Capítulo XIII: "Zunego"
—¡AYEN!
El rugido salió desde la garganta de Waijikö.
Fue un grito desgarrador, que removió cada una de las tripas dentro de su cuerpo. Un latido de su corazón resonó en su interior, lo oyó con tanta claridad que por un milisegundo pensó que el órgano encargado de bombear sangre se encontraba en su cabeza.
Shiby sin reaccionar miraba el cuerpo tendido de Ayen. Le habían arrebatado la chispa de vida en sus grandes ojos oscuros.
Waijikö con furia se lanzó sobre el hombre haciendo que ambos cayeran hacía atrás. Ante la repentina acción, los hombres que los rodearon se distrajeron mirando la pelea de ambos en el suelo. El pelirrojo estaba forcejeando con la pistola del hombre, moviéndose con brusquedad encima.
Ante la acción, Shiby pudo despertar de su transe y notó como uno de los militares iba a blandir su arma apuntando directamente a la espalda del colorín.
Sin pensárselo ninguna sola vez tomó impulsó desde sus piernas y se lanzó directamente hacía el tronco de su cuerpo para botarlo bruscamente al suelo.
Sintió como todos los demás también comenzaban a moverse a su alrededor casi al mismo tiempo que ella.
Oyó un par de disparos más, sin embargo, estaba muy ocupada encima del hombre como para notar qué pasaba. Debajo de ella, el militar intentaba enderezar su pistola contra su cuerpo, sin embargo, Shiby ponía la presión de todo su peso encima del brazo en donde tenía la mortal arma.
No sabe cuánto tiempo estuvieron forcejeando y en un momento dado el hombre asteado elevó su otra mano y le dio un fuerte golpe en el costado, haciéndola caer de lado sobre la hierba. El militar se levantó rápidamente, se alejó unos pasos apuntándola.
—Zorra —le dijo y por un momento ella pensó en qué era lo que trataba de decirle, aunque sabía de sobras que muy probablemente se trataba de un insulto.
Miró directamente a la pistola y entonces escuchó el bang. Fue consciente de una mínima explosión dentro del arma que hizo salir la bala y entonces, se preparó para el impacto.
Si quizás hubiese estado Shishi y Mily ellas podrían haberlos salvado de aquello.
O quizás no.
Sin embargo, no había duda en su mente en que si hubiese entrenado a Zunego como Cuicu le había dicho ella misma podría haberlos salvado. Podría sin problema haber incendiado sus maquinarias, sus trajes...
Podría haberlos hecho arder.
Todo fue muy rápido y antes de que el impacto le cayese, una espalda delgada y una larga cabellera oscura le tapó la visión.
Güin.
Güin se había colocado frente de ella a brazos y piernas abierta.
El impacto hizo que su cuerpo saltase hacía atrás, sus talones se despegaron del suelo y cayó en un sordo golpe.
Todo sucedió en cosa de segundos y sin embargo el cuerpo de Güin, según ella, cayó tan lento que estuvo segura que pudo leer la imagen completa en su mente.
Shiby tenía su boca a medio abrir, estaba mucho más que sorprendida.
La pelinegra había dado su vida para protegerla.
—G-Güin... —su voz ahogada logró salir. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Perra puta —el hombre gritó y avanzó rápidamente.
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Elemento: Fuego
Science Fiction-El fuego es caos. El fuego es destrucción... Nada bueno viene del fuego. -Te equivocas -ella rezongó-, la vida proviene desde el fuego. Todo renace después de las cenizas.