Capítulo VIII: el lof de La Guaya

3 0 0
                                    


Capítulo VIII: el lof de La Guaya

Fueron exactamente dos semanas en las que Shiby durmió en la intemperie con sus lobas.

No era que no la dejasen entrar a dormir a la casa, de hecho, ya para el tercer día todos los niños olvidados se habían hecho muy cercanos a ella. A excepción de Güin, quien seguía actuando con suspicacia cada vez que se relacionaban, a pesar de que no había hecho nada que pudiese hacerle tener desconfianza.

Por otra parte, Jisäj, el quinceavo muchacho del grupo, al que no conoció hasta después de un par de días porque se encontraba haciendo las guardias correspondientes por el sector para dar cuenta de intrusos y ese tipo de cosas, le tuvo también recelo por unos cuantos días hasta que la vio jugando con sus lobas y se interesó en el juego que para sus palabras se veía más como algo que podía servir como "entrenamiento", llamándola desde entonces «Shiby, la que lucha con lobas», transformándose en buenos amigos después de una semana.

El tema de porqué la pelirroja de cabellos alborotados dormía con las lobas era porque no quería que estas salieran a cazar solas nunca más por miedo a que se acercaran a la represa, por lo que comúnmente iba con los animales Shiby en conjunto de Waijikö y Ankatu o los gemelos Nahuel y Tahiel, quienes eran los mejores cazadores de los quince niños. Y en segundo lugar era porque Shiby sabía que ambas se irían sin ella por las noches si es que no las vigilaba.

En el segundo día Ivy sugirió hacer un canil para que las lobas pudieran dormir, por lo que construyeron con madera un espacio para Shishi y Mily. 

La primera noche que durmió dentro con los demás niños se acostó muy junto a Wanka, y es que no sabía porqué se puso nerviosa.

Todos dormían en el segundo piso de la casa, el cual se conformaba por solo una habitación gigante abierta a las escaleras, solo había una pequeña ventanita. Se habían hecho colchones de paja con unas telas que habían ido a robar de un lof hace mucho tiempo.

Shiby fue entrando en confianza rápidamente con una gran mayoría de los niños. Con quien más cercanía tenía era con Richi, el niño perdido que tenía la piel más oscura de todos.

Su voz era un tanto aguda en comparación con los otros muchachos y sus gestos solían ser delicados. Era el más malo con las armas pero era el más útil en la cocina, por lo que él siempre se encargaba en conjunto con Ivy de preparar las comidas para todos los niños.

El cómo funcionaban para poder subsistir era más simple de lo que parecía ser.

Y es que Shiby siempre disfrutó de alimentos entregados por la misma tierra que crecían prácticamente por si solas en la otra dimensión.

Uno de sus primeros recuerdos que tenía arraigados en su mente era el de Cuicu explicándole cómo es que debía cultivar verduras y cómo es que se hacía una trampa. Y ella aprendió a hacer trampas y cultivar zanahorias y papas incluso antes de que aprendiera a pronunciar correctamente cada una de las palabras.

Los árboles frutales que rodeaban el abundante río y los diversos riachuelos de la dimensión Rosa entregaban una rica clase de vegetación, en donde era muy fácil encontrarse con una gran variedad de frutas que deleitaban su paladar.

En cambio, era decepcionante saber que en su dimensión original todo estaba muy escaso, la tierra no producía los mismo cultivos, el agua no corría con la misma fuerza y no se veía ninguna clase de animal como solía pasar en la dimensión donde se crío.

Ivy le había explicado que era debido a la fuerza con la que pegaba el sol desde el cielo, el cual terminaba secando la mayoría de los vegetales que intentaban sembrar, a pesar de esto había un árbol de granados que había descubierto Richi en los tiempos en los que tuvieron una gran escases hace un par de años atrás.

Elemento: FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora