Capítulo XIV: conectando

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Capítulo XIV: "conectando"

Despertó de golpe sintiéndose completamente desorientada. 

¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?, ¿acaso todo lo sucedido había sido un horrible, horrible sueño?

Se sentó rápidamente y se mareó ante la acción y a la vez, comenzó a recordar todo lo que había sucedido antes de haberse desmayado.

Algo frío cayó desde su frente hacía el suelo de madera.

¿Dónde estaba?

Sabía que no había sido un sueño, que todo había sido demasiado real y, que esa misma noche después de lo ocurrido, habían caminado hacía el lof abandonado que coincidentemente había sido también su primer hogar.

Miró a su alrededor desesperada por respuestas, pero no había nadie.

Estaba en un pequeño cuarto de madera, recostada sobre una vieja cama, una real, como la que hace tiempo no había usado, desde que había dejado el Plano Rosa.

Frunció el ceño y se levantó, algo punzó en su cabeza y el mareo se sintió con más fuerza. Respiró profundamente y de manera pausada esperando poder recuperarse.

Luego se acercó lentamente hacía la ventana y se afirmó del marco, cerró sus ojos con dolor ante el gesto realizado por su brazo y recién ahí se dio cuenta que tenía un pedazo de tela cubriendo la herida que le había provocado la bala que la había rozado.

Volvió a tragar aire con suavidad para botarlo lentamente por la boca.

Cuando sintió que había recuperado el equilibrio por completo abrió sus ojos y miró por la sucia ventana. No se lograba divisar muy bien el exterior ante el polvo que cubría el vidrio, aun así, pudo notar que estaba atardeciendo

¿Cuánto habrá dormido?

Se giró hacía la puerta y caminó sobre el piso de madera, en cada crujir el polvo saltaba entre las viejas tablas.

Abrió la puerta provocando un fuerte chirrido.

Al otro lado de la puerta había un corto pasillo que llevaba a una escalera que daba vueltas, recordaba que en su antigua casa había una igual que su abuela solía llamar escalera caracol.

Dio un vistazo al cuarto y decidió salir.

¿Dónde estarían los demás?

Se acercó para recorrer la primera planta de la casa, sin embargo y antes de siquiera pisar el primer escalón oyó una voz.

—¿Ah, sí?, ¿por qué lo crees? —reconoció a Waijikö como dueño de esas palabras—, por si no te has dado cuenta nos ha estado ocultando información importantísima.

—Ya lo hemos hablado antes, Waijikö —la voz de Wanka llegó en ese momento a sus oídos—, tenemos que escuchar su versión de las cosas.

Escuchó una seca risa provenir desde el fondo de la garganta del colorín. Agudizó su oído para escuchar mejor la conversación. Sin saber muy bien el porqué, sabía que estaban hablando de ella.

—¿Acaso no te das cuenta que pudo habernos salvado a todos?, Ayen seguiría con vida si ella hubiese reaccionado antes... —su voz se rompió en medio de la oración.

—Quizás eso desencadenó sus poderes —Shiby no podría deducir si aquella voz era de Nahuel o Tahiel, pero sabía que era de uno de los gemelos—, ¿por qué crees que no los había usado? —preguntó.

—No lo sé —pudo sentir la frustración en la voz del muchacho de piel bronceada—, pero estamos todos de acuerdo que necesitamos que nos diga quién realmente es.

Elemento: FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora