Capítulo IX: tres muertes

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Capítulo IX: "tres muertes"

Cada vez que los días pasaban, Shiby sentía que el tiempo comenzaba a correr más deprisa. Los  días se volvieron semanas y de pronto los meses hicieron su transición. 

Fue casi como un pestañeo para la niña, de pronto se había encontrado con los niños perdidos y luego simplemente ya había visto pasar todas las estaciones del año, desde el frío seco del invierno hasta el ardiente sol de verano.

Le costó más de un par de meses acostumbrarse a todos y viceversa. Estaba segura que verla como una camarada sobre todo en conjunto de Shishi y Mily les había resultado surrealista, sin embargo, ya pasado un tiempo hasta para las lobas el grupo pareció volverse parte de su manada.

Mily fue un cuento totalmente aparte de Shishi y es que la loba de pelaje claro era mucho más mansita de lo que era su hermana, por lo que ella se dejaba acariciar por todos después de un par de semanas e incluso parecía sentir una gran conexión con Ayen, la hermanita de Waijikö.

Sin embargo, las lobas seguían durmiendo en los caniles que habían construido para ellas. 

Por otra parte, Shiby comenzó a reconocer las rutinas del grupo. Cada tarde libre, específicamente los niños del grupo, practicaban algún tipo de combate, tanto como cuerpo a cuerpo como combate con armas de alcance.

La primera vez que pidió ser partícipe de los combate cuerpo a cuerpo la mayoría de los hombres se rieron.

—Mejor ve a cocinar con Richi e Ivy, Shiby —le había dicho Ankatu, quien tenía el rostro ligeramente hinchado debido a su anterior combate versus Jisäj.

Ante esa respuesta ella había arrugado el cejo y  quiso responder enseguida en su defensa, sin embargo, Waijikö habló por ella.

—Apuesto a que Shiby te da una paliza incluso mejor de la que te di yo —el jovencito miró a Shiby sonriente y agregó—. Después de todo, ella es la única de nosotros que tiene un historial de combate contra una loba.

Shiby recordaba como su rostro extrañamente ardió ante el comentario del chico de ojos marrones. 

Desde ese momento, la niña junto a Wanka y Nata comenzaron a practicar con los niños.

Shiby también recordaba ese momento como el día en el que comenzó a sentir un extraño y nuevo cosquilleo en la boca de su estómago cada vez que Waijikö le sonreía.

Aquello comenzó en primavera y ya para verano ella no sabía muy bien cómo manejar esa sensación y es que ya le estaba incomodando, puesto que no podía estar cerca del muchacho sin sentirse completamente cohibida, lo que le dificultaba poder expresarse de manera cohernete frente de él.

—¡Yo sabía!, ¡yo sabía! —Wanka saltó del tronco en donde había estado sentada y miró fijamente a Shiby, quien se había sonrojado hasta la medula y la miraba suplicante.

—Baja la voz —susurró ella, ante el ruido producido por la chica de cabellos castaños oscuros, Shishi se acercó rápidamente.

La pelirroja acarició la cabeza de la loba con suavidad sin dejar de mirar a su amiga más cercana del lof.

—Perdón, es que —la adolescente volvió a sentarse en el tronco a un lado de la Waika y con un ágil movimiento de su mano corrió su cabellera larga hacía atrás— desde que fuimos en busca de Mily y Shishi sabía que tú y Waijikö se gustarían.

—¿Eh? —la chica pestañeó confundida sin dejar de acariciar la gran cabeza de la loba que descansaba entre sus muslos.

Wanka rodó los ojos.

Elemento: FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora