Capítulo VII: los niños olvidados

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Capítulo VI: "los niños olvidados"

Shiby nunca creyó que la liebre que había cazado hace ya bastantes horas atrás pudiese satisfacer a los catorce niños perdidos, con ella incluida. Pero Ivy era una maravillosa cocinera que tenía práctica en aumentar el alimento que se llegaba a diario.

Hizo una sopa con la carne de la liebre y unos cuantos vegetales —que ella personalmente no había conocido con anterioridad como la cebolla y el ajo— que se sirvieron los catorce justo cuando estaba comenzando el crepúsculo.

Tanto Mily y Shishi habían desaparecido por el bosque luego de haber olido cada centímetro del descampado. Y apenas ambas lobas desaparecieron de la vista de los niños, ella se transformó en la atracción principal.

Podía sentir la mirada de los trece niños encima de ella, el único que parecía solo prestarle atención a su sopa servido en un tazón grande de barro, era Waijikö.

—¿Cuánto tiempo llevabas perdida en el bosque? —se atrevió a hablarle una chica que ya se había terminado su tazón de sopa y la miraba fijamente con unos ojos grandes y brillantes. 

Estaba sentada en un tronco tirado a un costado de la casa gran casa. Sus labios estirados y grandes se movían de un lado a otro, como si aún tuviese comida dentro de su boca.

Shiby la miró por sobre su tazón mientras bebía un sorbo y masticaba un pedazo de carne de liebre.

—Un tiempo —contestó.

—¿Un tiempo cuánto...? —indagó mirándola fijamente a la cara, Shiby notó una cicatriz pequeña a en el pómulo derecho—, ¿días, semanas, meses, años?

—Años —respondió—, muchos años.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó un niño que parecía tener su edad, sus cejas gruesas y rostro regordete.

Se encogió de hombros.

Se escuchó una exclamación de sorpresa generalizada ante el gesto de Shiby.

—Creo que doce —susurró—, no tengo muy claro cuándo fue que nací, solo sé que fue en verano. Y que he vivido unos doce veranos.

—Bueno entonces en ese caso —Ivy habló mirándola fijamente con su tazón de sopa ya vacía—, estamos de cumpleaños en la misma estación del año —y sonrió.

Shiby le sonrió de vuelta a la mujer de cabellos rizados.

—Naciste en una buena época. El invierno es la peor estación del año —arrugó el gesto la niña morena que se había atemorizado por la presencia de Shishi y Mily—, me acuerda cuando vivía en las calles de la capital.

El chico a su lado de nariz torcida y piel aceitunada colocó rápidamente su brazo alrededor del cuerpo de la morena de suaves y bellas faccione. Ella le sonrió agradecida.

—Gracias Jacö —murmuró.

Su atención se quedó puesta en la pareja frente de ella, sintió curiosidad ante la forma en que ambos se miraban. 

Ella nunca había estado rodeada de tanta gente, no tenía muchos recuerdos de su vida con su lineche en el lof y en la otra dimensión solo había tenido contacto con Cuicu y las lobas, por lo que cualquier tipo de interacción entre las personas le daba una curiosidad totalmente inmensa. Se sintió interesada ante ese tipo de contacto, esa cercanía, como si a ninguno de los dos le molestase la presencia del otro a pesar de estar tan cerca que cada uno de sus brazos se rozaban, incluso parecían querer tocarse de adrede.

Elemento: FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora