Capítulo V: "la liebre"
Minutos después del acontecimiento ya no se encontraba en el lugar, se había marchado junto a ambas lobas que esta vez parecían no querer despegarse mucho de la niña.
Mientras caminaba iba repasando en su cabeza la serie de equivocaciones que había tenido hasta ese momento. La primera y más importante, no había tenido ninguna arma cerca de ella, por lo que se anotó mentalmente el hecho de que lo más sensato sería dormir siempre con el cuchillo bajo su cabeza, o a un lado, donde fuese más probable que no terminaría auto apuñalándose.
Lo segundo que notó fue lo inocente o estúpida que había sido al no haberse imaginado que ese lugar probablemente estaba siendo habitado por dos personas más. La pregunta era ¿por qué? Suspiró.
Gracias a Shishi no había pasado a mayores y se había logrado zafar de tan horrible situación y a pesar de esto, la niña no podía dejar de sentir un amargo sabor en su boca.
¿Cuántas habrán sido las niñas víctimas de esos malnacidos?
Lamentaba no poder haber estado ahí para haberlas ayudados, o que ellas tuviesen alguien que las protegieras como lo hicieron Shishi y Mily.
Los ojos le lagrimearon.
Definitivamente ya extrañaba demasiado su vida en el otro plano junto a Cuicu.
Se secó entonces rápidamente las lágrimas. Sabía muy bien que no le haría sentirse mejor simplemente volver donde Cuicu, puesto que muy probablemente aquellos dos tipos no eran los únicos que realizaban esas atrocidades con niñas inocentes y ella no iba a permitir que más inocentes pudieran sufriera ese tipo abuso.
La situación no hizo más que convencerse de que debía controlar a Zunego pronto y así poder detener por completo a ese tipo de hombres.
Qué estúpida fue al pensar en buscar su antigua casa antes que una fuente de agua. Y ese había sido su último error.
Ahora debía compensar todos y cada uno de sus fallos.
Había comido un par de semillas durante el camino y bebido un sorbo de agua que compartió con ambas lobas ante la nula fuente de agua a lo menos veinte kilómetros. Ya para cuando caminó por casi 4 horas sin detenerse, decidió descansar en una gran roca en medio de árboles de delgados troncos y muy altos, no tenía ni punto de comparación con el grueso tronco del árbol hueco.
Sopló un viento que removió las hojas ferozmente, rompiendo el silencio en el que se había sumido el bosque que en ese punto no era tan espeso como unos kilómetros atrás.
Shiby se sentó encima de la roca y apoyó la gran mochila a su lado, abrió para buscar entre ellas unas cuantas frutas y un poco de la carne de conejo asada que le sobró del día anterior. Primero se comió los restos del conejo y luego bebió un sorbo de agua y terminó comiendo una manzana, las lobas a su alrededor se inquietaron ligeramente y la niña decidió compartir también un par de frutas con los animales, por lo que sacó dos mangos y se los lanzó.
Ella sabía que aquella fruta era la favorita de las lobas, que a pesar de también comer animales, disfrutaban extrañamente algunas frutas como las manzanas, mangos y bananas.
Definitivamente no se sintió satisfecha, pero ella no quería detenerse ahí y acampar en ese lugar, después de todo no le parecía un buen sitio para pasar la noche.
Siguió caminando, esta vez las lobas se separaron de ella, perdiéndose de vista, Shiby sabía que era probable que hubiesen ido a cazar. Suspiró. Ella también debería comenzar a cazar cualquier cosa que encontrara, si es que no quería quedarse sin provisiones en pocos días.
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Elemento: Fuego
Fantascienza-El fuego es caos. El fuego es destrucción... Nada bueno viene del fuego. -Te equivocas -ella rezongó-, la vida proviene desde el fuego. Todo renace después de las cenizas.