Capítulo Dos.

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TaeHyung observó a aquel hombre sonreírle tierno, escuchaba la regadera abierta y el agua chocar contra el piso de piedritas de mármol bonitas. Cada una de ellas diferente a la otra en su azulejo bastante limpio.

-No tengo ropa de tu talla- comenzó SeokJin viendo al menor en esa bata blanca-. Lo siento mucho... JiMin es muy terco y no creo que-

-Está bien- asintió bajando la vista, fijandola en sus pies con cortadas-; puedo usar lo mismo, incluso no necesito una ducha, no pienso quedarme mucho tiempo.

Jin suspiró, acariciando sus cabellos castaños.
-Mira, hay que esperar a que hables con NamJoon. Respetaremos tu decisión pero déjanos ayudarte en lo que estás aquí- no obtuvo respuesta pero eso no lo hizo enojar, de hecho sonrió tierno y se acercó a la puerta de la habitación-. Te traeré algo de mi ropa cuando era joven, bueno sigo siendo joven y bello ¿No lo crees?

TaeHyung levantó la vista con ceño fruncido, y SeokJin bufó.

-Tú dí que sí, apenas voy a entrar a mis cuarenta- con eso salió haciendo un puchero murmurando que las arrugas aún no se notaban en su rostro suave y que así sería incluso si tenía cien años.

TaeHyung rió bajito por eso y fue así cómo se levantó del sillón largo y acolchonado para dirigirse al cuarto de baño. Un enorme espejo atrás de un lavabo de cerámica blanco, jabones aún en su envoltura y varias toallas.

Cerró los ojos escuchando el agua y sintió su estómago revólveres en emoción por estar solo de nuevo. Siempre se imaginó una vida así, dónde ni él ni su madre tuviera que sufrir por comida u hogar, tal vez si NamJoon no los hubiera abandonado estaría viviendo esa vida feliz.
Pero si se lo preguntaban se sentía como un intruso, más bien un arrimado; JiMin no dejó de hacer comentarios en contra de su estancia ahí apesar de que SeokJin lo había callado varias veces.

Abrió los ojos nuevamente, nunca había visto el rostro de su padre pero ahora que lo conocía y que se veía a él mismo en el espejo reconocía de quién heredó los ojos filosos.
Los de su madre eran grandes, redondos, y los de NamJoon eran cortos y puntiagudos de las orillas.

Finalmente se quitó la bata y entró a la regadera, sonrió feliz y soltó una pequeña risita al sentir el agua caliente. Por lo general siempre se bañaba con una cubeta y un bote más pequeño, y no había gas para calentar el agua así que estaba viviendo el sueño.

Lavó su cabello apesar de que había dos botes, pero supuso que el correcto era el que decía Shampoo y dejó el que decía Acondicionador en su lugar.
El agua salía sucia, había pasado días en la calle, en la basura así que entendía por qué. Después de eso talló su cuerpo con mucho jabón líquido jugando con ojos expectantes con la espuma, se lavó los dientes con el cepillo que SeokJin le dió y siguió un rato más bajo el agua disfrutando de sus caricias.

Hasta que alguien golpeó la puerta y con alerta levantó la cabeza.

-TaeHyung- era NamJoon-; dejaré ropa en la cama para que puedas ponértela, también hay crema y loción no se te olvide usarlas. Estaré abajo esperándote.

No contestó, pero NamJoon no necesitó de una respuesta para saber que lo había escuchado.

Siguió un rato más así, hasta que las yemas de sus dedos se arrugaron y asustado por pensar que se le iban a caer salió corriendo.
Se envolvió en una de las toallas limpias y salió, no sin antes azomar la cabeza para asegurarse que no había nadie en el lugar, corrió a la puerta para ponerle seguro y ahora sí empezó a vestirse.

La pijama que había dejado NamJoon para él era de dos piezas, una pantalón de seda color café y una camisa de botones y manga dos cuartos, se puso crema en todo el cuerpo, esparció la loción en sus manos y sin saber dónde ponerla simplemente la restregó en su rostro.
Volvió al baño y encontrando un cepillo en uno de los cajones abajo del lavabo empezó a peinar sus cabellos largos, sonrió cuando observó su rostro a través del espejo, limpio, suave sin ningúna imperfección, pero limpio eso le sorprendió mucho.

𝖡𝗎𝗌𝖼𝖺𝗇𝖽𝗈 𝖠 𝖯𝖺𝗉𝖺́ -𝖭𝖺𝗆𝖩𝗂𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora