Capítulo Trece.

3.5K 507 74
                                    

Lo único que se supone que debía de haber la mente de un niño de siete años como lo era Kim JungKook eran juegos, odio injustificado hacia sus maestros y el postre después de la comida. Sin embargo, y en cambio a todo lo bueno de su corta vida, ahora la pregunta que se rondaba por su mente los últimos días era saber por qué, por qué siempre los momentos más tensos en su familia eran en la hora de la comida.

Él ya ni siquiera podía comer agusto, y todo por culpa de su peliteñido hermano y su rivalidad con su hermano compartido. Sabía que a su padre SeokJin le caía bien, a su padre NamJoon ni se diga y él estaba bien con la idea de tener con quien sí jugar en la casa. Pero JiMin era otro caso. Era un niño de siete años con preocupaciones de un adulto joven de veinticinco y dolores de cabeza de un adulto de cuarenta.

Si, a veces sale daban ganar de jalar los cabellos de su hermano peliteñido y gritarle en el oído que TAEHYUNG SOLO ES UN MINI NAMJOON. Si JiMin quería tanto a su padre moreno no le cabía en la cabeza el cómo odiaba a TaeHyung, cómo simplemente lo veía como un integrante más si de todo modos tendrían la misma cantidad de dinero y propiedades como herencia.

Ah por qué claro, JungKook era un niño muy listo y entendía las pláticas que sus abuelos tenían en frente suyo pensando que no entendería nada... Claro, a veces los adultos debían cuidar sus palabras en frente de lo niños.

Regresando al tema principal, JungKook no sabía cuánto era el dinero que su padre guardaba en sus bolsillos, pero si tenía tres billetes de cinco dólares entonces entre los tres sería uno para cada uno, querer dos billetes era algo sumamente egoísta y avaricioso. Ser equitativos era lo correcto, entonces no entendía muy bien la guerra entre esos dos.

Claro que JungKook nunca se sintió menos ante el cariño de sus padres. NamJoon siempre fue un hombre fuerte con el que podías contar para todo; para hacer tareas, tener un consejo y en ocasiones problemas en la escuela como peleas o juntas. Por otro lado SeokJin era todo lo contrario, era el padre que todo el tiempo te decía que te ama, te prepara postres y trata de ser el padre paciente que sí, él alguna vez soñó.

Entonces JungKook no entendía la situación en la que se encontraba un adolescente llamado JiMin, no entendía que su hermano no tenía miedo de perder una herencia de cinco dólares, sino más bien el cariño y atención de NamJoon. Pero si así fuera, si JungKook lo entendiera, le daría la solución de que todos los padres amaban a sus hijos por igual (aunque eso no era verdad), pero en este caso sí. Y más sabiendo que en SeokJin había una gran diferencia de preferencia pues TaeHyung, por más bien que le cayera o por más que lo quisiera, no era su hijo de sangre y ante una situación pondría por encima a JiMin que a él.

Dios... El JungKook de cuarenta años estaba tomando poder y su cabeza ya dolía de tanto pensar y ofender en algo que no fueran sus Legos. Así que negó lentamente volviendo a la serie y tensa realidad a su alrededor.

-JiMin- habló él cuando la ensalada se acabó en su plato-. Pásame la ensalada, por favor.

Sin embargo, JiMin simplemente lo ignoró y en vez de contestarle se dirigió hacia TaeHyung quien hasta el momento seguía con sus palillos entretenido.

-TaeHyung- el nombrado volteó hacia el rubio y tanto SeokJin cómo NamJoon se voltearon a ver el uno con el otro-. Dile a Judas que Dios todavía no está listo para perdonarlo.

-¿Qué?- frunció el ceño-. ¿Qué tipo de ejemplo es ese?

-Dile que los traicioneros no sé juntan con Dios, sino con Satanás, en este caso tú eres Satanás así tú pásale la ensalada.

TaeHyung simplemente viro los ojos y sin contestar agarró el tazón de ensalada y se lo ofreció a JungKook quien tenía el ceño fruncido con recelo.

-Qué ridículo- murmuró y SeokJin aguantó una risita.

𝖡𝗎𝗌𝖼𝖺𝗇𝖽𝗈 𝖠 𝖯𝖺𝗉𝖺́ -𝖭𝖺𝗆𝖩𝗂𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora