3-Nos volvimos a encontrar

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¿Alguna idea de como empezar mal la semana? Lunes clase de primera hora con la diosa olímpica intocable de Atenea.

   Coloco en un sobre el dólar que me faltaba para el sándwich, con una nota, como dije no quiero deberle nada a nadie y menos a ella, así sean 10 centavos, no necesito que hagan caridad conmigo. Dejo el sobre, en su escritorio, el entrar primero me dio la libertad de poder dejarlo sin que nadie me viera, luego me dirijo a mi asiento a esperar que todo el mundo llegue.

   —Hola Cris.

   —Hola Scar ¿Preparada para el infierno matutino de los lunes?

   —Más lista que nunca —sonrío desanimada—. ¿Leíste y aprendiste lo que dejó de tarea?

   —Por supuesto —El salón comienza a llenarse.

   —¿Te aprendiste bien su apellido?

   —Casi lo tengo. Mira le dejaron un sobre en el escritorio... ¿Crees que tenga un admirador secreto?

   —Lo que menos hago es admirar a esa arpía.

   —¿Otra vez con eso? Scarlett no empieces una guerra que no sabes si puedes ganar.

   —No es una guerra y no he iniciado nada... aún.

   Ella no tarda en aparecer exactamente al horario exacto que comienza su clase, cierra la puerta tras de sí, dejando afuera a aquellos que no llegaron, sin importarle que golpean.

   —La clase comienza puntal, el tiempo es valioso, en un juicio y en la vida el tiempo es el recurso más caro —les dice abriendo la puerta, sin dejarlos pasar—. Sino son capaces de entrar antes que yo, no merecen estar en esta clase, los veo la próxima semana —antes de darles tiempo de decir algo les cierra la puerta en la cara. La amabilidad no entra en sus cualidades—. Buenos días a los que si llegaron a tiempo, como han visto no me gustan las llegadas tarde. Comenzaremos con lo que deb... —se detiene al ver el sobre en el escritorio— debían aprender la clase anterior. Señorita Jensen. ¿Qué era lo que debían aprenderse?

   Doy la cátedra casi textual lo dice el libro, me hace preguntas sobre otros artículos relacionados a la ley que por las dudas me aprendí y que bien que lo hice, porque pregunta también sobre eso, probando mis conocimientos. Sonrió por dentro, esta vez no pudo conmigo.

   —Así de preparados tienen que estar como Jensen —todos me miran—. Muy bien señorita, Jensen —sonríe fugazmente y me ruborizo un poco, no sé porqué.

   Ella sigue haciendo preguntas a los demás, algunos se ponen nerviosos, otros tartamudean, otros quedan en blanco. Yo soy sido una de las pocas en no perder el temple y desafiarla sosteniéndole la mirada. Nos hace leer la página 124 del libro de texto, luego nos da un trabajo práctico para resolver en grupo de cuatro.

   Después de la directiva se sienta en su escritorio, y comienza a abrir el sobre. Todos están ocupados en lo suyo, todos menos yo, la miro fijo para ver su reacción. Observándola con detenimiento, si que es una mujer hermosa, seguro debe tener una chorrada de pretendientes, novio y dinero, sino fuese por su mala actitud... ¿Si no fuese por su mala actitud qué Scarlett? Baja de esa nube.

   Abre el sobre, ve el dólar, saca mi nota y la lee:

   No me gusta ser la obra de caridad de nadie, y mucho menos deberle algo. Gracias por el sándwich, aquí esta su dólar.

   Scarlett Jensen

   Luego de leer la nota sube la mirada para encontrarse con la mía, que la esperaba expectante de su reacción, hace una media mueca de sonrisa asintiendo con la cabeza, suelta un largo suspiro y se lleva la mano a la boca para morderse el labio inferior, todo eso sin dejar de mirarnos.

La favorita de la profesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora