30-El dolor del pasado

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Dos semanas pasan entre idas y vueltas por el hospital mientras Samantha se deteriora su hijo tiene más fuerzas y ya cumplió 8 meses de embarazo.

   Ella sabe que no sobrevivirá al parto y por eso mismo les contó a las chicas y ambas rompieron a llorar. No son malas personas como para alegrarse de que ella muera, Atenea la amó mucho en algún momento de su vida y a Scarlett le estaba cayendo un poco mejor la rubia.

   La diosa olímpica tuvo el mayor acto de amor para con su ex, fue a hablar personalmente con sus padres y hermano de la situación de Samantha, ella no merece irse con la culpa de no haberlos visto y ellos no pudiendo despedirse de ella, por más resentidos que estaba, son su familia.

   Se encuentra acostada con su enorme panza en la cama, sin Scarlett a su lado que se marchó ayer por asuntos que tenía que resolver. Acaricia su vientre mientras le habla a su hijo, aprovechando que está sola.

   —Hola mi amor, soy mamá Sam —el bebé patea— hijo necesito que sepas que mamá te ama y está haciendo todo lo posible para darte más días ¿Sabés que mamá te ama? —el bebé patea— Eres lo mejor que me ha pasado hijo, no sabía cuanto amor tenía adentro, hasta que me enteré de que existías —sonríe mientras las lágrimas ruedan por su mejilla—. Lamento mucho tener que irme, pero mamá esta muy cansada. Aunque daría todo lo que poseo por comprar un tiempo a tu lado. Elegí a las mejores mamás que van a darte todo el amor que yo no pueda. Solo quiero que además de ser un buen hombre, seas feliz. ¿Tenemos un trato? ¿Trataras siempre de buscar tu felicidad? —el bebé vuelve a patear—. Tomo eso como un sí.

   Samantha se queda acostada acariciando su vientre, mientras observa el ocaso por la ventana. Lo único que le había pedido a Dios en todo este tiempo era un día más, para su hijo, un día más junto a su hijo.

   —Hola Sam —entra Atenea— ¿Interrumpo algo?

   —Solo estaba pensando, lo hago mucho últimamente —sonríe con desgana.

   —Unas personas quieren verte ¿Pueden pasar?

   —¿Quiénes pueden...? —Entran sus padres y hermano.

   —Hola hija.

   —Hola Sam —dice su hermano, un joven barbudo de ojos avellana muy parecido a ella. Fue el primero en acercase a abrazarla.

   Su padre trae un peluche y globos. Samantha comienza a llorar no los ve desde que estaba con Atenea y a su hermano no lo veía desde que se separó de ella. Marc, el hermano de la rubia, le agradece con la mirada a su excuñada, ella le da una palmada en la espalda, para luego marcharse y darles un momento a solas.

   Intenta llamar a Scarlett pero su teléfono da apagado, recuerda que le había comentado hace unos días que había soñado con su familia y entonces supo donde encontrarla. Se acerca a ella con un ramo de flores enorme.

   —Sabía que te encontraría aquí —Scarlett la mira por encima de su hombro aliviada de que ella esté ahora aquí.

   —Siempre sabes dónde encontrarme ¿Cómo lo haces?

   —Solo presto atención.

   —Otro año más en el que no están. —Atenea se acerca a ella lentamente—. El primer día que volví a casa bajo el cuidado de una vecina mientras el estado resolvía que hacer conmigo, me despertaba buscándolos en las habitaciones, todas las mañanas la misma rutina y todas las mañanas sus camas vacías —Atenea se acerca a ella colocando una mano en su hombro—. Todavía pago el depósito dónde están los muebles y todas las cosas que eran nuestras, ya no recuerdo sus voces —se pone una mano en el pecho— y tengo terror de olvidar sus caras —la mayor la abraza y ella pone su rostro en su hombro llorando—. Más adelante ayúdame a desocupar ese depósito ya no puedo ni quiero seguir estancada en el pasado.

La favorita de la profesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora