15- Cuándo estoy contigo me sobra el resto del mundo

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Un susto tonto pero un susto al fin y al cabo y mucho en lo que pensar, la decisión ya estaba tomada y ante la incertidumbre de cómo podían ser las cosas después, los pensamientos y las posibilidades se agolpaban en su cabeza estresándola un poco. Por eso tomó la decisión de no torturarse más, de tomarse aquel último día para ella y su tranquilidad mental, de dejarse llevar aquellas veinticuatro horas, al día siguiente se levantaría y enfrentaría lo más difícil que había hecho nunca en su vida, sin pensarlo más, lo haría y punto. Habló con Lexa después de comer, se tomaron unos minutos para ellas, le contó lo que había pasado el día anterior y que al final se había quedado en nada, se guardó las torturas para ella y antes de salir para su casa, se tomaron aquel café pendiente, y se encargó de asegurarle que "Mañana, no hay vuelta atrás" porque temía que empezara a dudar de su seguridad y no era así, ambas seguían queriendo lo mismo, aquello solo le había confirmado que lo que venía después no iba a ser fácil, algo que ya sabía. La morena le dijo que había pensado irse por la mañana a Los Angeles, que el suelo de la cuidad le quemaba y prefería esperarla allí, en su habitación de hotel, le pareció bien, seguramente necesitaría el vuelo para si misma después de todo aquello. Su cabeza ya reproducía la conversación con Nicole de camino a casa, seguramente ni pegaría ojo, así que tendría tiempo para reproducirla unas mil veces más antes de verbalizarla. O tal vez no, porque al abrir la puerta ni escuchó a su hijo ni lo vio corriendo hacia ella.

¿Nicole? - La llamó cerrando la puerta tras de si -

En el salón

Escucharla la alivió porque era propensa a ponerse en lo peor y al menos la pelirroja seguía allí. Dejó las cosas en la entrada y caminó en su dirección, se paró en seco en cuanto la vio. Su mujer estaba encendiendo una vela en mitad de una mesa, una mesa para dos, una botella de lo que suponía que era champan en una cubitera justo al lado, copas y dos platos y algunos pétalos de rosa esparcidos al rededor. No lo estaba procesando cuándo se fijó bien en ella, se había puesto un vestido rojo ajustado, uno que le quedaba impresionantemente bien marcando sus curvas y al incorporarse para mirarla, casi vio su escote y su sonrisa a la vez. Por Dios, tuvo que apoyarse de costado en el marco de la puerta, con la respiración atascada en algún sitio, por verla y por no saber que estaba pasando. Volvió a recorrerla con la mirada. Alucinante, enserio. Al verla, Nicole sonrió aún más y la llamó con un gesto de manos, para que se acercara.

¿Y esto? - Preguntó caminando hacia ella un poco desubicada, como si no fuera capaz de reaccionar ante lo inesperado de la situación -

Siento que necesitamos un momento para las dos y cómo no sabía a que hora ibas a venir he decidido preparar esto en casa ¿Te gusta?

Si... si, claro que me gusta ¿Y Connor?

Lo he dejado con tus padres - La pelirroja se acercó a ella - Te echo mucho de menos, Clarke

Nicole la tomó por el cuello y se acercó despacio a su boca, automáticamente ella llevó las manos a sus caderas, sintió la tela del vestido y casi pudo sentir también su piel. Lo raro sería que no la echara de menos y había tenido que recurrir a eso para que ella le prestara algo de atención, en el peor momento de todos. Se había prometido que iba a dejarse fluir, no tenía fuerzas para más, las necesitaba todas para el día siguiente, pero todo aquello le venía francamente mal.

Estás impresionante - Joder, no quería decir aquello pero... mierda... es que no podía mentirle y le salió así cuando dejó de besarla y pudo pasear de nuevo su vista por su escote- Pero no hacía falta que...

Ven, siéntate - La cortó - Me he pasado horas en la cocina - Su mujer le retiró la silla y segundos más tarde se sentaba frente a ella - ¿Champagne?

The price of loving you - GIP Clarke -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora