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Había estado toda la noche despierta, no pude cerrar los ojos para poder descansar. Tenía miedo de que alguien le hiciera daño a mí hijo.

¿Era normal? Lo era, en un nido de víboras siempre ocurría algo.

Sumida en mi pensamiento y cansancio, apareció frente a mí Elena, vestida con un hermoso vestido carmesí.

Ella dirigió su mirada al ser que nació de mí, para luego posarla en mi persona y bajar la mirada.

- ¿Dónde estabas mujer?- cuestioné sorprendida de su presencia- Anoche por poco doy a luz en el pasillo buscándote  - le dije algo débil, pero el reproche estaba.

Quería que ella estuviera conmigo en ese momento. Era mi mejor amiga, mi única familia antes de nacer mi pequeño. Elena era mi confidente, confiaba en ella con mis ojos cerrados porque sabía que esa preciosa mujer de cabellera castaña, con un corazón bondadoso y sincero, sería incapaz de traicionarme o mirarme con ojos de prepotencia, ni maldad.

- Lo siento, había ido a los baños. Vine en cuanto me dijeron. - es su excusa, la única manera en la que se defiende.

- Mm, me desperté como a las cuatro de la mañana por el dolor.- le hice saber- Hazme un favor, cuida a mi pequeño - le pedí con súplica y agotamiento. La vi alzar la mirada para observarme.

- Claro  - ella se acercó a mí, tomé al pequeño en brazos, acaricie su rostro. Dormía en mi regazo-

-  ¿A que está precioso? - le pregunté sonriendo- Anda, tómalo en tus brazos- lo extendi-tu eres su nana, su segunda madre- ella sonrió y lo tomó en sus brazos-

Se le quedó mirando atentamente. Y yo la miré a ella. Ah, realmente estaba agradecida con Allah por bendecirme al poner Elena en mi camino.

- Que pequeñito.

- Mm... cuídalo por mí ¿sí?- pedí para bostezar-No he dormido en toda la noche y realmente estoy cansada  - ella asintió No dejes que nadie se le acerque, podrían hacerle daño

-Nadie le haría daño

Yo asentí no muy convencida, no tenía fuerza para discutir. Me recosté mejor en la cama para dormir y caí en los brazos de morfeo.

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Abrí mis ojos, cuando de repente sentí una presencia, era cómo si alguien manteniera su mirada en mí. Por lo que volteé encontrandome a Jennie.

-¿que haces? - pregunté aterrada.

- Ayudándote a desaparecer a ti y a tu pequeño - ni siquiera me di cuenta cómo fué, en menos de milisegundos, ella estaba asfixiando a mi hijo con una almohada.

Yo quería gritar pero no podía, abrí mi boca, mi expresión de horror era notoria. Y aún así por más que lo intentase, no podía gritar hasta que me levanté exaltada.

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- ¡¡Jeon Seul!! - exclamé asustada, aunque diría que en realidad grité, miré a mi lado tratando de ver a mi primogénito, pero para mi grata sorpresa totalmente desagradable, mis ojos no lo captaron.

Solo eso necesité para sentir el miedo en mí piel, aferrándose a mi corazón y mente en ese terrible sueño tan patético pero aterrador.

- ¿Elena?- pregunté y nadie me respondió por lo que me desesperé aún más.

La Concubina del Sultán Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora