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Ya habían pasado cuatro  semanas desde que había dado a luz. Según las costumbres, era una Sultana, tenía ropa elegante, joyas, tiaras hermosas y criadas tanto para mi persona cómo para mi único hijo.

En ese tiempo, solía mantenerme cautiva en mis aposentos junto a mi hijo. En algunas ocasiones con la Sultana Yuna que nos visitaba. Sí, nos llevabamos muy bien. Nuestra amistad creció. Pude descubrir que ella estaba enamorada de Jackson quien ahora era el Gran Visir.

¿Me era chocante ese hecho?

Realmente era frustrante saber que uno de mis enemigos, aparentemente, vivía en el corazón de una de las personas con las que pude socializar de buena manera.

Pero en esos días tampoco había podido dejar de preocuparme, Jeon Seul siempre tenía hambre a pesar de que lo alimentara cada veinte minutos, literalmente. Era como si mi leche no le llenara, cómo si no fuera suficiente y eso, me dejaba pensativa.

Por otro lado estaba Elena. ¿Qué podía contarles? Comencé a sentir un aroma diferente en ella cada vez que llegaba en las mañanas, esa fragancia mis fosas nasales sabían muy bien a quién pertenecía. Estaba actuando extraño.  Se iba en las noches y regresaba temprano en la mañana con un vestido elegante como los que  usábamos para vositar los aposentos del Sultán.

No quería equivocarme pero comencé a pensar que le estaba viendo a escondidas de mí y con solo pensar eso, la sangre me hervía.

Oh vamos, si eso fuera real ni siquiera tendría justificación sus actos. Ella era mi amiga, la mejor, era cómo una hermana a la que le confiaba hasta mi vida y sobre todo lo más importante, mi hijo. Solía contarle de mi inmenso amor hacia Jungkook, cuánto lo amaba, de cuánto lucharía para que ese hombre sólo tuviera ojos para mí e incluso me convirtiera en una mujer de un rango mayor para poder darle a ella un futuro digno. No quería que se quedara en estas cuatro paredes serviendome a mí o de esclava en el Harén. Quería que ella saliera de este palacio y encontrara el amor, porque yo la iba a ayudar en todo lo que necesitase.

Pero jamás aceptaría que me apuñalara en la espalda. Es más, si lo iba a hacer, prefería que me dijera desde un principio para alejarme definitivamente de ella y no sufrir tan fuerte. Pero si la obligaban o no tenía opción, que me lo dijera hubiera facilitado las cosas porque hubiera hecho hasta lo imposible para ayudarla.

Pero no fué así, ella prefirió darme la espalda en busca de lujos. Ya sabía que él Harén era un caos. No habían amigas exactamente por eso, porque siempre una traicionaba a la otra en busca de poder, hasta de obtener lo que la amiga poseía. Me dolía el simple hecho de pensar que ella estaba actuando de ese modo conmigo.

Abrí mis ojos lentamente, para verla por segunda vez. Ella estaba mirándose en mi espejo, admirando un abrigo de Lana hermoso parecido al que me regaló su majestad, solo que el mío llegaba hasta los tobillos mientras el suyo, descansaba en los hombros.

La vi sonreír, su mirada se perdía en su silueta. Hacía poses y susurraba varias cosas que misteriosamente, llegué a escuchar.

- Atención, la Sultana Elena está aquí. - entonaba con entusiasmo. Alzó la cabeza un poco dejando su frente en alto, llevó sus manos al abrigo y prosiguió- Yo soy la favorita del Sultán, próximamente su Sultana y en un futuro, haré que las demás se reverencien ante mí. - dijo con seguridad- Estaré llena de joyas, oro, mi riqueza será inmensa. - podía ver la avaricia en sus ojos-

Con razón a veces Jungkook me miraba con tristeza. Le pedí a Elena que averiguara quién era la chica que quizás visitaba los aposentos de mi amado. Mi sexto sentido ya me lo gritaba pero ella, ¿que me iba decir si la encontraba?... ¿que era ella?

La Concubina del Sultán Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora