capitulo 1 | El cubanito del amor

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Cassandra

Abre los ojos.

Dale.

La clase no esta tan fome.

El profe te debe estar mirando.

Abro mis ojitos de golpe, si me esta mirando con sentencia. Me refriego los ojos y evito su mirada para que no me intimide.

— Sandrita — se ríe la Elena.

Sandrita noooo.

— Agradece que es mi cuaderno de la frutilla por que si no te lo tiro — la miro feo.

Basto con que una vez les contara que un profe me había dicho Sandra y que me enoje más que la chucha para que ella me molestara con eso.

— ¿Por que la gallina intoxicó a las personas? — la Laura nos mira esperando la respuesta.

La gallina, un relato que me dejo pa dentro. Cuento corto, la gallina era super buena con los humanos pero la terminaron matando igual solo que ella antes comió puras porquerías y los intoxico.

Una via y vengativa.

— Por que es mala — digo.

— Venganza — corrige la Elena.

— Pero es mala — repito.

— Yo digo que no, solo estaba enojada. Como tú cuando los niñitos no te dejan comprar pan.

— Pendejos culiaos — recuerdo — Cuando yo iba con su curso, me cagaba entera cuando veía a los de cuarto. Ahora los pendejos te putean.

— Amiga, entiendo tú molestia así que para que no pelees con ellos te traje esto — la Elena se da vuelta y busca algo en su mochila.

Que sea comida.

Mi amiguita se da vuelta con un pan en la mano.

— Te amo — digo.

— Es con el dulce de ciruela de mi mami — explica.

— Las amo — repito.

— ¿Y para nosotras? — indaga la Laura.

— Brownie.

El glorioso sonido del timbre me hace aun más feliz. Él profe nos dice que terminemos la actividad en la casa y no se que más.

Aveces no entiendo al profe.

Además ahora solo pienso en mi pancito con el dulce de la tia. Un manjar de dioses.

— Corre weona el calentador — grita la Laura.

Pero la Margarita es más inteligente, obvio esta en biología celular. Mi amiga ya estaba en la mesa y junto al calentador esperándonos.

— Me saque un 6.5 — celebra cuando estamos más cerca.

— Dame esos cinco weona — chocamos las palmas para después abrazarla.

Se había sacado puros cuatros durante estos dos meses, no era malo pero ella quería más y como es seca lo logró.

Mi mujer.

Le saco la servilleta a mi pan y me siento en la mesa con mis piernas colgando. Amo quedar así.

— ¿Quien está vendiendo? — pregunta desesperado él Felix, mi primastro.

Lamentablemente somos familia pero solo hasta que mi mami termine con su tio.

— No se — respondo mientras le pego un mordisco a mi pan.

Que te voy a estar mirando a vo'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora