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Hoy ya son 4 años de su muerte, duele cada año duele, pero cada vez es más llevadero. Todavía recuerdo cuando me dijo que si seguía escribiendo después de su muerte que publicará mis libros ella siempre tuvo fe en mi.

—Ella siempre estuvo orgullosa de mí, nunca supe si tu también— Me quedo mirando su tumba— Creo que ya no me importa tu respuesta— Digo al ver que está por hablar—Siempre estaré molesta porque ella haya muerto aquí y no en su país, no en su lugar— Noto como empieza a caer algunas gotitas de la lluvia, Londres, donde de la nada llueve.

—Fue su decisión, lo sabes— su voz salió áspera.

—Dime padre ¿qué quieres?— Hago una mueca.

—¿Por que eres así?— Aprieto los labios y miro hacia otro lado.

Como tiene el descaro de preguntar, luego de tantos años que me hizo a un lado, donde no preguntaba por mi, donde me cambio a su hija y esposa por otra que solo quiere su dinero, quiero tirarle algo a la cara, quiero gritarle, pero… no hoy, no el día de muerte de mi madre.

—Quizás..— hay tantas cosas que quiero decir— no quiero hablar contigo, eres alguien que se ausentó más que la mitad de mí vida y alguien que sigue creyendole a..— Esa voz que tanto odio me interrumpe.

—Reece, cariño ten este paraguas para que no te mojes— Se acerca a mi padre caminando tan descaradamente, mira la tumba de mi madre y luego a mi—Ay Sofie, lo debes estar pasando muy mal en un día como este, igual que tu padre y yo —Cierro los ojos..

Perdón madre

—No te atrevas, no la menciones con esa boca tuya, ni siquiera hagas referencia hacia ella, no lo soportaría— Alzó un poco la voz— Si quieres hablar conmigo ven pero sin esta cosa a la par, porque la próxima vez no le daré solo un cachetazo—.

Me despido de la tumba de mi madre y me marcho, sin escuchar al hombre y la mujer que se encontraban mirándome bajo sus paraguas.

Se que quizás él sí me ama, pero mientras este a su lado no quiero verlo, no quiero nada, la herida sigue latente en mi pecho, una herida que no se cierra a pesar de los años, solo se abre más al verlo o pensarlo.

Salgo de ahí llorando a pasos apresurados, veo a Camila, bajo un techo de un almacén esperándome, sonrió de lado y ella niega con la cabeza y se acerca a abrazarme, me consuela.

—Ella estaba…— Las palabras se quedaron en mi garganta, no pude hablar

—No hace falta que hables, los vi, lo siento tanto linda, vámonos de aquí —Dice al ver a Reece y Samara salir.

—Me duele Cami, todos los días que ella haya preferido morir aquí por él y mira así se lo paga, trayendo al cuerno a su tumba— lloro de la ira, me seco las lágrimas con rabia.

—Lo sé, cariño— Me abraza mientras nos retiramos.

—No soporto no poder tenerla a mi lado—.

Al llegar a mi departamento lloro durante unos minutos hasta que me quedo sin lágrimas y me quedo en completo silencio, y escucho suaves toque en la puerta, me quedo mirando a la nada, a hasta que decido levantarme y ver quien es, quiero llorar más al ver que es Dave.

Abro la puerta, y lo abrazo, no lo dejó hablar simplemente busco consuelo no palabras, pero Dave igual habla.

—Tranquila, no estás sola— Susurra en mi odio— Entremos— Dice mientras me arrastra hacia adentro de mi departamento.

—Dave.. —susurro— No pued…— Me interrumpe.

—Ya lo sé, la chica de abajo me dijo que necesitabas a alguien —En ningún momento me dejó de abrazar.

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⏰ Última actualización: Mar 12 ⏰

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El chico de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora