❦ 9: 𝙰𝚝𝚊𝚞́𝚍 ❦

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[ Pov: Onmisiente ]

T/N logró ponerse de pie, mientras su cuerpo se tambaleaba. Ella miraba por todos lados y, se percata de la presencia de Hyoga, quien se encontraba tirado en el suelo. Ella se acercó hacia a él, con la esperanza de que estuviera con vida y, para su suerte así lo era.

Hyoga comenzó a levantarse y, se percata de la presencia de T/N.

—¿T/N? ¿En dónde estámos? —Inquirió él, confundido.

—No tengo idea, pero por el aspecto del lugar, apuesto a que es una de las doce casas... Lo único que recuerdo es a... ¡Shun! —Ella intentó caminar, más una voz la detuvo.

—Ha pasado un tiempo desde que nos volvimos a ver.

De las sombras, apareció el caballero dorado de Acuario. Su sonrisa se iluminó al saber que no era su enemigo. Mientras que Hyoga se quedó perplejo al ver a su maestro.

—Camus.

—Maestro Camus...

—T/N, Hyoga. Los he salvado de la otra dimensión.

La peli azul se acercó a él de forma confiada.

—Sí, gracias. Me alegra verte —luego, su mirada se tornó a una seria —. Camus, debes de saber algo. El patriarca es un impostor, hemos sido engañados durante todos estos años.

Camus suspiró. Desde siempre, él había sospechado algo acerca de patriarca, sin embargo, con lo dicho ahora, confirma que todo lo que pensó era verdad, aunque nunca lo cuestionó.

—Ya veo... Es por eso que andan cruzando las doce casas, ¿no es así?

Ambos asienten con la cabeza.

—Maestro Camus, con su ayuda podemos derrotar al malvado maestro.

—Siempre tuve una sospecha acerca de él y, ahora todo prueba que era verdad.

T/N esbozó una sonrisa.

—Muy bien, con tu ayuda será...

—En ningún momento he dicho que me unire a ustedes —interrumpió el santo de Acuario —. Ustedes no pueden derrotar a los Caballeros dorados. Ambos son demasiado sentimentales, es imposible que a este paso despierten el séptimo sentido.

—No comprendo a que se refiere maestro, pero si es nuestro enemigo, no dudare en combatir contra usted. ¡Polvo de diamantes! —Él extendió su puño directo a Camus, con el fin de lanzarle una fuerte ráfaga de viento, que Camus pudo detener con una sola mano.

—Esta es una técnica básica de los caballeros de hielo, así que eso no funcionará contra mí.

Camus le devuelve el ataque a Hyoga, quien se logra estrellar con uno de los tantos pilares.

—¡Hyoga! —Gritó ella, para luego mirar  a Camus —. Camus, no quiero pelear contigo.

—Para tu mala suerte peleare contigo, pero debes esperar tu turno —el caballero de Acuario pasó justo a lado de T/N —. Hyoga, debes de olvidar todo aquel sentimiento que tienes hacia tu madre.

—¿Qué olvide a mi madre? Aun siendo mi maestro, no puedo hacer tal cosa.

—En ese caso —Camus levanta una manos hacia arriba.

—Camus, ¿qué intentas hacer? —Inquirió T/N con una voz temerosa.

—Sino mal recuerdo, tu madre se encuentra en los mares de hielo de Siberia.

De ello, un rayo se disparó hacia Siberia, en el cual Hyoga pudo presenciar cómo el barco en donde estaba su madre se hundió a lo más profundo, haciendo que soltara un grito ahogado, mientras cae de rodillas.

Un amor immortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora