❦ 3: 𝚃𝚞𝚜 𝚘𝚓𝚘𝚜 𝚌𝚎𝚕𝚎𝚜𝚝𝚎𝚜 ❦

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[ Pov: T/N ]

—Entiendo, ni siquiera tú, una caballero de plata pudo contra unos simples caballeros de bronce.

Era una humillación. La más grande. Era una completa vergüenza; todo por esa estúpida máscara. Ese maldito caballero de Andrómeda...

—Su santidad, le ruego otra oportunidad. —Tuve que suplicar, para que intentarlo otra vez...

Tardó diez segundos en contestar y asintió.

—De acuerdo, te daré otra oportunidad. Espero y esta vez no me falles.

—Sí. Así será.

Luego de ello, me di la vuelta, para poder irme del lugar. Apenas logré salir y, choque mi puño contra un muro de piedras, haciendo que se hiciera añicos en cuestión de segundos. ¿Cómo es posible que unos simples caballeros de bronce lograron vencerme? Soy una total vergüenza, y más si estaba por obtener el título de un santo dorado. Tengo que volverme más fuerte. ¡Y también tengo que vengarme de ese caballero!

Pero... me da la leve impresión de que, no mostró hostilidad. Además pensándolo bien... es... lindo... —meneo la cabeza ante esos pensamientos —. Solo es lindo, pero es mi enemigo y, eso ni indica que me llame la atención. Ellos buscan perturbar la paz del santuario.

No puedo dejar que mancillen mi mente de esa forma...

Me dirigí a la casa de Géminis, para intentar despejar un poco mi mente; ya era costumbre que siempre venía aquí. Anhelaba el momento de convertirme en un santo dorado, sin embargo, no tengo el derecho que merecer tal cosa, y menos después de lo sucedido.

—¡Me lleva! —Grité, intentando desahogarme.

—Sin duda te afectó que te vencieran unos caballeros de bronce.

Mi mirada se dirigió hacia el caballero dorado que se encontraba llegando a la casa de Géminis.

—Camus... —murmure  —. No puedo creer que te hayas enterado. Es humillante.

Él ladea la cabeza.

—No es eso, es que no has adquirido el séptimo sentido.

Era más de la habitual ver a Camus o a Milo, rondar por aquí. Así que no me sorprendió su visita. Sobre todo del caballero de Acuario, al cual era mucho más cercana. Siempre que tenía un problema, él estaba ahí, soportando mis quejas.

—¿Cómo puedo adquirir el séptimo sentido?

—Eres fuerte, de eso no hay duda, sin embargo, te dejas llevar por tus emociones. La ira te consume. La clave es saber manejar tu cosmos. Intenta pulir tu potencial.

Me senté a un lado del pilar y llevé mi mano, hasta la máscara de plata.

—Sí, en eso... supongo que tienes razón... —solté un suspiro —. Hoy ocurrió algo. Durante la batalla.

Él no dijo nada y, dejó que siguiera.

—Uno de los Caballeros de bronce, me rompió la máscara. Él vió mi rostro. Y por culpa de eso, me descuide y fui vencida.

—No creo que eso te tenga así.

Levanté la mirada.

—¿Eh? ¿A qué te refieres?

—Perdiste porque en cuanto tu máscara se rompió, tu espíritu de lucha se fue con ella. Además, dudo mucho que eso te tenga así, hay algo que omites.

—Hay algo que me mantiene inquieta... y es el hecho de que siento como mi propio corazón quiere salir de mi pecho y, solo pienso en ese caballero..., pero él es un enemigo. Y sólo... —di un suspiro y me quedé contra el pilar.

Un amor immortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora