Parte 1

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Hace un tiempo que Sara notaba extraño a su marido, últimamente se la pasaba de mal humor y casi ni estaba en la casa. Una noche decidió que era momento de enfrentarlo y preguntarle que le estaba pasando, así que lo estuvo esperando hasta muy tarde. Siempre que llegaba a casa se encerraba en el estudio y cuando salía de allí era ya de noche, Sara y sus hijos ya estaban dormidos y salía muy temprano. Ella no recordaba cuando fue la última vez que cruzó palabra con él.

Como todas las noches Franco salió del estudio y se dirigía a su habitación, no sabía si soportaría otra noche más durmiendo al lado de su esposa sin poder abrazarla y besarla. ¿Hasta cuándo iba a tener que soportar esta situación? se preguntaba todos los días. Subió las escaleras y entró en su habitación.

Sara estaba sentada en la cama leyendo un libro, levantó la mirada cuando vio la puerta abrirse, Franco entró y no dijo nada.

-¿Podemos hablar un momento?

-Estoy cansado y mañana tengo que madrugar.

-Como todos los días, ¿no?- Sara se paró de la cama y se acercó a él.

-Sara de verdad, ahora no. Lo mejor será que te duermas voy a tomar una ducha- A Franco le costaba muchísimo ser duro con ella y tratarla con indiferencia, pero sabía que era lo mejor, tenía que convencerse a sí mismo que lo que estaba haciendo era por protegerla a ella y a sus hijos.

-Yo sólo quiero saber qué es lo que te está pasando, Franco. Explícame porque no entiendo este cambio repentino.

-No sigas por favor, déjame pasar- Sara estaba parada en medio de la puerta del baño.

-No, no me voy a quitar hasta que hablemos- Franco suspiró, sabía lo obstinada que era su esposa y no iba a aceptar un no como respuesta.

-A ver, Sara, hablemos entonces, pero espera que me dé un baño, ¿si?

-Está bien- Franco entró al baño y se apoyó en la puerta. Estaba frustrado, no podía decirle la verdad a Sara porque estaría poniéndola en peligro, pero tampoco podía seguir evitándola y haciéndole daño.

Tomó una ducha mientras seguía pensando que hacer, no tenía nada claro, solo esperaba no lastimarla, no soportaba verla sufrir mucho menos si era por su culpa. Tomó la toalla y salió del baño, Sara estaba sentada en la cama, con los ojos cerrados: trató de no hacer ruido para no despertarla y entró al vestidor. Salió y ella seguía en la misma posición, Franco se acercó a ella y le dio un pequeño beso en la frente.

-No puedo seguir haciendo esto, no quiero lastimarte- Pegó su frente a la de ella y rozó sus labios con su boca, Sara soltó un suspiro y abrió los ojos, ella se le quedó mirando confundida, Franco tomó su cara y la besó como hace mucho tiempo no lo hacía.

Sentía que no podía dejar de besarla, Sara respondió al beso abriendo su boca y dejándose llevar, Franco metió su lengua y se deleitó con el dulce sabor de su boca. Sus manos recorrían su cuerpo, hasta posarse en sus caderas.

-Espera, Franco...- Lo empujó para que estuviera apoyado en la cama y se montó a horcajadas sobre él. Ya no recordaba cuando fue la última vez que estuvieron así, acarició su cara y lo besó de nuevo, las manos de Franco le recorrían la espalda bajando poco a poco hasta sus nalgas y la apretó contra él, Sara gimió en su boca, le quitó la camisa y besó su pecho. Se desvistieron entre besos y caricias.

Franco desesperado beso su cuello y acarició sus senos, Sara lo deslizó en su centro y se balanceó, sus caderas se movían en sincronía. Se arqueó y Franco aprovecho para lamer sus senos, tomo un pezón entre sus labios y lo rozó con sus dientes, Sara gimió y se dejó ir, Franco la sujetó más cerca, gimiendo en su cuello.

-Te amo.

-Yo también te amo- Se apoyó en su pecho para quedar frente a él. -Prométeme algo, Franco Reyes.

-A ver.

-Necesitamos hablar, pero lo dejamos para mañana porque estoy muy cansada- Se dejó caer en la cama acurrucándose en el pecho de su marido, Franco asintió y le dio un beso en la coronilla. Se durmieron así abrazados, sintiendo tanto amor el uno por el otro.

Franco abrió los ojos y vio todo oscuro a su alrededor, el reloj marcaba las 4:30 am, era costumbre en él despertar temprano. Sintió las suaves manos de su mujer en su abdomen y sonrió; volteó a verla estaba tan hermosa, acarició su rostro y le besó la punta de la nariz.

No quería levantarse,él solo quería quedarse así observándola y besándola para siempre, pero sabía que ya no podía postergarlo más. Después de lo que paso anoche no sabía cómo iba hacer para seguir evitándola, por eso tenía que dejarla ahora mismo, no podía darle ninguna explicación valida y sabía que esto la iba a destrozar al igual que a él. La miró por última vez, quería recordarla así para siempre.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, besó su frente y se levantó de la cama, se metió al baño y se apresuró para que Sara no lo descubriera. Salió y echó un último vistazo a la cama donde dormía plácidamente su esposa.

-No quiero pero tengo que dejarte, Sara. Te amo demasiado y no soportaría que algo te pasara a ti y a nuestros hijos- Salió de su cuarto y entró al de Andrés, se acercó a la cama y besó la cabeza de su hijo.

-Cuida mucho a tú mamá y a tu hermana, campeón. Siempre serás mi orgullo, te amo hijo.

Por último entró al de Gaby, casi se cae cuando tropezó con una almohada, la agarró y la colocó en la silla, rió al recordar como Sara la regañaba por el desorden que tenía en su cuarto y le decía que era igual de desordenada que él.

-Mi princesa, te voy a extrañar. Siempre serás mi niñita, te amo- Le besó la frente y salió del cuarto. Era la última vez que vería a su familia, le dolía muchísimo pero le consolaba saber que estarían a salvo.



Una Noche de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora