Parte 13

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Franco entró a ver a Sara, quien estaba acostada en la cama con unos cables que salían de unos aparatos y se conectaban a su barriga y a uno de sus brazos. Estaba dormida o eso creía él, se acercó con cuidado y se quedó allí mirándola. Sara abrió los ojos y lo vio, estiró su mano y este la tomó, plantó un pequeño beso y le  sonrió.

– ¿Ya te contó la doctora?

–Sí y no tienes que preocuparte de nada, Sara– Besó su frente –Verás que todo va a salir bien.

–Eso espero, si no nunca me lo perdonaré. – Franco tomó su cara para que lo viera.

–No, Sara, el único culpable aquí soy yo. Si me hubiese quedado en esa cabaña nada de esto estuviera pasando.

–Creo que la culpa fue de los dos, pero eso ahora es lo de menos. Lo importante es que estás aquí conmigo, no creo que hubiese sido capaz de pasar por esto yo sola – Las lágrimas caían por sus mejillas y Franco las besó.

–Todo va a estar bien mi amor y yo voy a estar aquí contigo, no pienso dejarte sola. – Le dio un beso lleno de amor, haciéndole saber que todo iba estar bien y que no la dejaría nunca.

–Me permite un momento a solas con la paciente.

–Claro, voy a decirle a los chicos que me traigan algo de ropa. – La besó de nuevo y salió de la habitación.

Franco fue directamente a la sala de espera donde se encontraban sus hijos, Óscar y Jimena.

–¿Cómo está mi mamá y los bebés?

–Están bien, ahora está una enfermera con ella. Chicos, necesito que me hagan un favor. Pueden buscar algo de ropa y... – Franco quedo en silencio al recordar que ya no tenía ninguna de sus pertenencias en la hacienda.

–¿Qué pasa, papá?

–Nada es que recordé que cuando me fui me llevé toda mi ropa.

Óscar que estaba oyendo la conversación de su hermano con sus sobrinos se acercó a estos.

–No te preocupes, flaco, yo puedo conseguirte ropa. Vamos chicos, los acompaño a la hacienda y después pasamos por el centro de moda.

Franco quedó en la sala de espera con Jimena, este estaba contándole lo que la doctora le había dicho cuando llegaron Norma, Juan y Doña Gabriela.

–¿Franco, qué haces aquí?

–Hola Juan, Norma, doña Gabriela ¿cómo están?

–Estamos bien, ¿tú cómo estás? – dijo Norma, mirando entre él y Jimena –¿Sarita sabe que estás aquí?

–Sí, ella sabe. De hecho Franco fue quien la trajo al hospital.

–No puede ser, o sea que por tu culpa mi hija y mis nietos están en peligro –espetó Gabriela.

–Mamá, cálmate por favor. Ahora no es momento de hacer reclamos, tenemos que estar tranquilos para apoyar a Sarita y este no es lugar para armar escándalos.

–Señora, yo sé que les debe una explicación a todos de porque me fui pero Jimena tiene razón, ahora no es el momento.

–Bueno, ya hablaremos de eso Franco, solo espero que no estés aquí para hacerle más daño a Sarita y a mis nietos.

–Le aseguró que esa nunca fue mi intención.

–Franco, de verdad me da mucho gusto que estés aquí –Norma lo abrazó –¿Y Sarita cómo está? ¿Sabes si podemos pasar a verla?

–Ella ahora está bien, yo creo que ya pueden pasar a verla.

­Sus cuñadas y su suegra salieron de la sala dejándolo solo con su hermano.

Una Noche de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora