Parte 9

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Franco se acercó de nuevo y esta vez Sara no se alejo, asintió y él colocó su mano suavemente sobre su barriguita.

Sara lo miró, sus ojitos azul cielo emocionados como alguna vez lo estuvo cuando se enteró que iba a ser padre por primera y segunda vez. Se inclinó para estar más cerca.

-Mi bebé, no sabes las ganas que tengo de conocerte y tenerte en mis brazos...- Sara aclaró su garganta.

-Hay algo que no te he dicho... Son gemelos- Franco abrió sus ojos sorprendido, tanto que Sara pensó por un momento que podrían salirse. Empezó a llorar y a reír al mismo tiempo.

-No lo puedo creer, Sara. ¿Es en serio?- 

-Niña y niño- Franco la abrazó, estaba muy emocionado con la noticia, le besó el hombro y Sara sintió un hormigueo en toda su piel.

Sara estaba a punto de devolverle el abrazo y Franco se incorporó.

-Lo siento, me gano la emoción.

-Voy a buscar algo para que comas- Sara necesitaba salir de ahí, necesitaba poner espacio entre ellos porque si no iba a caer rendida en sus brazos. Salió del cuarto sin esperar su respuesta.

Llegó a la cocina y agradeció que nadie estuviera allí, preparó dos sándwiches ya que de seguro Franco no había comido nada en todo el día, estaba terminando el último cuando escuchó la voz de Irene.

-Señora Sara, me hubiese avisado y yo se los preparaba.

-No te preocupes, Irene, ya estoy terminando.

-Pero señora, no le agrego la mantequilla de maní que tanto le gusta- Sara se sintió como si la hubiesen descubierto robando algo, sus mejillas se tornaron rojas.

-Ah, casi se me olvidaba, gracias por recordármelo- Tomó el pan y lo embarró con la mantequilla.

-Irene, podría hacerme un favor.

-Claro que si, señora, dígame.

-Podría traerme un pijama de Andrés de la lavandería- Irene se le quedó mirando extrañada por lo que le estaba pidiendo, pero igual lo hizo.

-Esto fue lo que conseguí, señora.

-Muchas gracias, esto servirá. Buenas noches, Irene.

-Que descanse, señora.

Sara subió las escaleras lo más rápido que pudo con su barriga de ocho meses, lo cual no hacía que tuviera mucha velocidad. Abrió la puerta y Franco estaba sentado en la cama, cuando la vio se le acercó y ella le tendió la mano con el plato.

-No te hubieses molestado.

-No fue nada. Ahora come, debes estar hambriento- Franco sentía que no podía estar más enamorado de ella, con lo enojada que estaba con él y aun así se preocupaba de que comiera algo.

-Te traje esta ropa de Andrés para que te cambies.

-Gracias, Sara- Sonrió y le dio un mordisco al pan. Lo saboreo y sintió algo extraño, dulce.

-¿Tiene mantequilla de maní?

-Lo siento, ese es mío- Se lo quitó de las manos y le dio varios mordiscos.

Franco la miró sorprendido. Sara siempre había tenido antojos normales, pero un sándwich con jamón de cerdo, lechuga, tomates y mantequilla de maní era toda una rareza. No pudo evitar pensar en todas las cosas que se perdió en este tiempo, le dolía muchísimo.

-Lo siento, tengo que...- Sara entró al baño y Franco se acercó a la puerta.

-¿Sara, estás bien?- Al no tener respuesta decidió entrar, estaba frente al lavamanos enjuagándose la cara.

-Ya estoy bien, es solo que a veces como que se me revuelve el estómago...- Franco se acercó y tomó su rostro acariciándole las mejillas.

-¿Estás segura? Te veo pálida- Sara se alejó de su tacto.

-Sí, ya se me está pasando. ¿Has pensado en hablar con los chicos? Ellos deben saber lo que está pasando y en algún momento se pueden dar cuenta que estás aquí- Salió del baño mientras Franco la seguía de cerca preocupado.

-No lo sé, Sara. No quiero exponerlos más...  Yo creo que lo mejor será que regresé a la cabaña, pero no quiero dejarlos- Se sentó en la cama y cubrió su cara con las manos. -No sé que hacer.

Sara se sentó a su lado y le frotó la espalda con la mano.

-Puedes quedarte aquí y pensar bien lo que quieras hacer- Franco volteó a verla, le rozó la mejilla con los nudillos. 

-Gracias Sara- Acercó su rostro al de ella y susurró cerca de sus labios.

-¿Puedo besarte? No sabes lo que me he aguantado y creo que no puedo...- Sara unió sus labios a los de él, primero fue lento pero ella necesitaba más, con su lengua pidió permiso para entrar en su boca y este la dejó,  acarició su espalda mientras él recorría su abdomen, beso su cuello y bajo hasta su escote.

-Te amo, Sara- Susurró y Sara se separó rápidamente de él.

-Creo que lo mejor será que tú duermas aquí, yo voy al cuarto de invitados...

-No, espera. Puedes quedarte, esta es tu habitación.

-No creo que debas salir de aquí, los chicos aún están despiertos y podrían verte en el pasillo- Franco no quería dejarla ir, tomó su mano y la acarició con el pulgar.

-Buenas noches, Franco- Sara se soltó de su mano y salió de la habitación.

Una Noche de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora