Franco estaba escondido en una cabaña en medio del bosque, en un pueblo que ni el mismo sabía cómo se llamaba. Su abogado le había recomendado esconderse por un tiempo para así poder reunir las pruebas suficientes para poder demostrar su inocencia.
Nadie de su familia sabía lo que estaba ocurriendo con él y era lo mejor, no quería preocuparlos y mucho menos ponerlos en peligro. Su abogado había quedado en ir a verlo cuando tuviera alguna noticia, esperaba que fuera pronto, porque hace meses no lo veía y era la única persona que lo visitaba. La soledad le daba mucho tiempo para pensar, más de lo que él quisiera.
"¿Cómo estará Sara y los chicos? ¿Cómo habrá tomado la noticia del divorcio? Seguro ya se olvidó de mí, me debe estar odiando y mis hijos también." El sonido de un carro lo sacó de sus pensamientos, levantó la cortina y se asomó por la ventana, era su abogado y traía provisiones.
-Qué gusto verte, Ignacio.
-A mí también me da gusto verte bien, Franco. Te traje algo de comida y lo que puedas necesitar.
-Gracias, por todo lo que haces por mí- Franco le dio un abrazo.
-¿Qué noticias tienes de mi familia? ¿Los has visto, sabes algo de ellos?
-A tu esposa e hijo los vi hace tiempo, cuando fui a llevarle los documentos del divorcio.
-¿Y cómo estaban?- Franco estaba ansioso, necesitaba saber que estaban bien.
-Pues ese día yo hablé con tu esposa y le entregué los documentos pero ella empezó a sentirse mal y cayó inconsciente...
-¿Cómo que inconsciente? ¿Qué le paso?- Franco se levantó de la silla y se colocó la chaqueta –Dame las llaves de tu carro, necesito saber que le paso a Sara.
-Cálmate, Franco. No te voy a dar nada.
-Tú no entiendes que tengo que saber que le paso a Sara, necesito saber cómo está. Todo esto es mi culpa... -Franco gritaba, estaba furioso con él mismo por ponerla a ella en esta situación.
-Nunca me perdonaré si algo malo le pasó ¿Hace cuánto tiempo fue? Dime- Estaba completamente destrozado, las lágrimas no paraban de caer por sus mejillas.
-Hace como unos cuatro o cinco meses, no recuerdo muy bien.
-No puede ser y por qué no viniste antes y me lo contaste.
-Franco, cálmate. Si no vine antes es porque he estado ocupado tratando de encontrar algo que pruebe tu inocencia- Franco se cubrió la cara con las manos.
-Ella está bien, no tienes que preocuparte...
-¿Tú la viste? ¿Cómo estaba?
-No la vi, pero el día que nos tocaba la cita para acordar el divorcio su abogada llegó con los papeles firmados por ella, incluso le pregunté cómo se encontraba y me dijo que estaba muy bien.
-No, no, no yo tengo que verla, tengo que comprobar por mí mismo que ella está bien. Necesito que me lleves a la hacienda.
-Franco por favor, tienes que calmarte. No puedes ir allá, no entiendes que nadie puede verte, sería muy peligroso para ti y tu familia.
Franco respiro intentando calmarse.
-Está bien, me quedaré, pero necesito que vayas a la hacienda y que hables con Sara y mis hijos. No sé inventa cualquier cosa, que estás buscando algún documento para eso eres abogado, inventa una de tus historias. Asegúrate que todos estén bien yo voy a esperar aquí hasta que vuelvas con noticias.
El abogado se fue en su carro y Franco volvió a quedarse solo. No podía dejar de pensar en Sara y sus hijos, lo que le contó Ignacio lo había dejado más preocupado, necesitaba verlos ya mismo.
Solo unas horas habían pasado y no aguantó más, en un bolso metió comida, agua y algo para abrigarse. Estaba lejos de San Marcos, como a unas diez horas más o menos en auto, no sabía como pero tenía que llegar y verlos.
En la hacienda las cosas estaban tranquilas. Sara prácticamente no podía hacer nada, el embarazo la tenía agotada y casi todo el día se la pasaba durmiendo.
Andrés le contó que había invitado a su novio a comer, Albín tenía muchas ganas de verla, ya se habían conocido antes y siempre que podía pasaba por la hacienda a saludarla.
El día estaba soleado y Sara pensó que sería una buena idea recoger algunas flores para poner en la mesa antes de que llegara su invitado. Estaba concentrada en su labor y no notó que alguien se acercaba a saludarla.
-Sara, que gusto verte. Estás hermosa- Le dio un beso y le entregó un ramo de flores.
-Albín, que alegría. Gracias, aunque ya no aguanto más, ya quiero que nazca.
-Yo también tengo muchas ganas de conocerlo, será un bebé muy hermoso. Como su madre y sus hermanos- "Y como su papá" pensó Sara.
-Ay que lindas flores, no te hubieses molestado. Pero ya que las trajiste no tiene caso que recorte más- Miró la canasta casi vacía, apenas tenía 3 florecitas.
-Déjame ayudarte con eso- Dijo Albín tomando las tijeras y la canasta.
-Gracias y ¿dónde está Andrés?, pensé que venía contigo.
-Me dijo que tenía que hacer unas cosas de la universidad y después tenía que pasar por Gaby al colegio.
-Entonces, ¿quieres una taza de café y bizcocho mientras los esperamos?
-Te acepto el café, el bizcocho no creo porque después no me queda espacio para el almuerzo.
-Bueno, será más bizcocho para mí.
Entraron a la casa entre risas.
Franco no podía creer que estuviera en su hacienda, estos meses lejos le parecieron una eternidad. Tenía que tratar que nadie lo viese ahí, así que se metió por unos matorrales, lo bueno es que conocía cada rincón de su hacienda y sabía muy bien por donde podía entrar sin que nadie se diera cuenta.
Se encontraba muy cerca de la casa, desde donde estaba le pareció ver a Sara, se acercó un poco más y efectivamente era ella. Estaba sentada en la mesa del jardín acompañada de un hombre y se veía muy sonriente, Franco sintió una punzada de dolor y los celos lo invadieron.
Se veían muy cercanos y ella no paraba de sonreír a lo que sea que él le estaba contando, se acercó más a la casa intentando escuchar lo que estaban hablando, pero fue imposible, en lugar de eso lo que escuchó fue la voz de sus hijos, se volteó y estaba justo por la ventana que da a la cocina
-Buenas, Irene ¿Cómo está?
-Hola Irene.
-Hola niño Andrés, niña Gaby. Qué bueno que llegaron, su mamá los está esperando en el jardín.
Franco se alegró mucho al ver a sus hijos, estaban tan grandes y cambiados en solo unos meses. Se le llenaron los ojos de lágrimas y una sonrisa se dibujó en su rostro.
-¿Albín ya llegó?
-Sí, llego muy temprano, ha pasado todo el día con ella.
"¿Cómo que todo el día?" pensó Franco, "¿quién es ese tipo y por qué pasa todo el día con ella?"
-Qué bueno, ahora más que nunca mamá tiene que estar acompañada y le sirve para que se distraiga un poco.
"No, no, no, qué estás diciendo Andrés, como vas a aceptar que ese tipo este acompañándola"
-Y Albín es una gran compañía, o no.
"No puede ser Gaby, tú también" Los celos de Franco aumentaban cada vez más, sabía que lo mejor que podía hacer era irse, no tenía caso tratar de escuchar la conversación que estaba teniendo Sara con el dichoso Albín, con lo que escuchó decir a sus hijos tenía más que suficiente.
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Una Noche de Pasión
FanfictionSara Elizondo, una mujer fuerte que ha sacado adelante su hacienda y su familia. Franco Reyes, un hombre con un corazón enorme que tuvo que abandonar a su familia para que estuvieran a salvo.