[ C I N C O ]

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El chico estaba fascinado con la vibración del coche

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El chico estaba fascinado con la vibración del coche. Se sentía como un masaje, sus músculos cansados lo agradecían. Cuando el hombre se detuvo frente a una cafetería, él se sintió incómodo. No creía estar vestido como debía para entrar en un lugar así. Tenía un gorro en su cabeza y no estaba seguro de que su pelo estuviera correctamente limpio, pero no podía decir nada si el hombre lo estaba invitando. No recordaba la última vez que alguien se había preocupado así por él.

— ¿Te gustaría que compre para llevar? —preguntó el hombre cuando vio que el chico no se movía del asiento y su vista seguía en sus propias rodillas— ¿O querés bajar y comer adentro? —preguntó con mucha amabilidad. El chico pensó que era gracioso que fuera el mismo que le había gritado cuando lo encontró en su patio un tiempo atrás.

— Prefiero ir a tu casa —admitió aliviado.

GeonHak asintió y bajó del coche. Pensaba preguntarle qué quería comer, pero el chico se abrumaba cuando lo cargaba de opciones. Sabía que era mejor elegir por él. Compró varios panes de distintos sabores y dos cafés con vainilla y crema.

Cuando llegaron a la casa, GeonHak no había parado de mirar de reojo al chico durante todo el viaje, que llevaba las compras sobre su regazo y no dejaba de sonreír. Olía el delicioso aroma de los pancitos flotando en el aire y sus mejillas se inflaban. Al hombre se le hinchaba el pecho de verlo así, feliz. Bajaron y acomodaron todo en la mesa de café para comer.

— ¿Cuánto costó todo esto? —preguntó el chico tocando su pancita después de llenarse de panes y café dulce.

— No importa. No preguntes. Comé, ¿sí?

— Es que... —insistió un poco nervioso mientras buscaba su bolsillo—. Junté esto...

— ¿Qué es...? Oh... No. No voy a aceptarlo —dijo el hombre mirando los billetes en las manos del chico.

— ¡No lo robe! —dijo con un puchero que a GeonHak le perforó el corazón. Él estaba acostumbrado a que pensaran que era un delincuente a la primera.

— No creo que lo hayas robado, jamás pensaría eso —se apuró a aclarar, aunque los pensamientos se amontonaban en su mente y no quería pensar lo peor otra vez—. Imagino que lo conseguiste honestamente. Por eso es tuyo, no voy a tomarlo.

— Los de la verdulería a veces me piden ayuda para bajar los cajones del camión. Esperé a que me pidieran hacerlo porque quería volver a traerte algo. Esperaba conseguir un poco más...

— No es necesario, agradezco el gesto, pero prefiero que lo uses en algo que quieras —siguió GeonHak, que no lo admitía pero sentía muchísimo alivio al saber de dónde provenía el dinero, y que no era ningún acto que pudiera ponerlo en riesgo.

— Algo que quiera... —repitió el chico—. GeonHak, no quiero nada ¿Qué podría querer? Sólo quiero agradecerte. Nadie fue bueno conmigo en mucho tiempo.

El chico de la calle | SeoDo | ONEUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora