El chico de la calle | SeoDo | ONEUS

[ D I E C I O C H O ]

Con la panza llena y todavía un poco risueños por las charlas y el buen momento que habían pasado en el departamento del "novio" -o lo que fuera- de HaRin, los dos entraron a su casa. A pesar del momento de tensión, con la cena de por medio, los ánimos habían vuelto a lo normal.

— Señor Kim, no debería tomar tanto si va a conducir —dijo el chico, que apenas caminaba derecho solo porque estaba colgado del brazo del hombre. No paraba de reírse.

— Ya lo sé, pero es que, ¡HIP! —interrumpió un hipo fuerte—, no iba a dejar mi auto ahí y volver en Uber.

— ¿Y si nos paraba la policía?

— Por suerte no pasó —respondió el hombre, que aún sentía el vértigo en su cuerpo por los nervios que había pasado. Era una irresponsabilidad de su parte, pero también tenía derecho a divertirse de vez en cuando. Había salido todo bien, que era lo importante.

— Estás lindo, lindo —dijo el chico, sonriendo mientras se pegaba fuerte contra el torso del hombre. Apoyó los brazos en sus hombros y le acarició el pelo, ahora corto.

— Vos más, sos hermoso —terminó de decir, antes de que su boca fuese completamente devorada. Ninguno de los dos podía mantener bien el equilibrio, así que fueron a parar directo contra uno de los muebles de la entrada, sin despegarse. GeonHak los guió torpemente hacia el pasillo y el chico se terminó por colgar de su cuerpo para ser arrastrado por toda la pared hasta entrar en el cuarto.

Estaba frío por la cantidad de horas sin que nadie estuviera dentro, pero la temperatura entre ellos era suficiente para hacer condensar los vidrios de las ventanas. El hombre dejó al chico sobre la cama, que se aferró a su torso y a su cintura para seguir chupando sin piedad sus labiecitos y su lengua.

— Seoh —comenzó el hombre, cuando se apartó unos centímetros, presionado entre las piernas del chico—, ¿y si me dejás a mí? —preguntó, casi pensando en voz alta.

— No —respondió con seriedad. Ni él mismo sabía por qué, pero no era el momento, no quería, no iba a dejarlo. Aprovechó el agarre que tenía para girar y cambiar posiciones. Algo en su actitud había cambiado repentinamente, ahora el hombre estaba debajo, algo avergonzado por la insinuación que había hecho y el rechazo recibido.

— Perdón, no importa.

— En otro momento.

— Cuando vos quieras.

Cerrado el asunto, SeoHo se apartó para quitarse la ropa. Todavía traía lo que había usado en el taller, el hombre lo miraba desde su lugar extasiado, no solo se veía hermoso, también olía delicioso. Era distinto tener cerca su piel con el leve sudor del día, sin las duchas larguísimas que solía darse. De pronto, tuvo la necesidad urgente de arrastrar su lengua por toda esa piel, así que se acercó al borde y pegó su cara al abdomen del chico. Arrastró la boca abierta entre sus abdominales, luego pasó por la cicatriz, subió un poco hasta donde la posición le permitía. Unos minutos más tarde, su cabeza fue tomada entre las manos del chico, que lo ubicó como quiso para disfrutar de llenar su boquita mientras terminaba de ponerse duro embriagado por el calor de su interior.
.