El chico de la calle | SeoDo | ONEUS

[ O C H O ]

Ambos sabían que esa primera noche durmiendo juntos se convertiría en costumbre. El sillón de la sala dejó de tener uso cada noche, porque los dos se encontraban cómodos y calentitos compartiendo el cuarto. SeoHo no podía creer que una superficie pudiera ser tan cómoda y su cuerpo lo agradecía completamente. Incluso sus acrobacias tontas en el patio del hombre resultaban mejor de lo usual después de varias noches de buen descanso. Pero había algo que lo inquietaba.

— GeonHak... —pronunció dudoso. No sabía cómo decir lo que quería explicarle al hombre. Tenía miedo de que lo tomara como una falta de respeto a su solidaridad. Esa no era para nada su intención y lo ponía muy tenso.

— ¿Sí? —preguntó él, que acababa de llegar de trabajar.

— M-me... Me siento muy encerrado —dijo simplemente. El hombre arqueó sus cejas y se acercó al chico que agachaba la cabeza y frotaba sus propios brazos.

— Es verdad, estabas acostumbrado a tener mucha libertad —razonó el mayor. Dejó sus cosas en el perchero de la entrada y caminó hasta el cuarto que compartían.

— ¿Estás enojado? —preguntó nervioso el chico.

— ¿Enojado? Para nada. Me alegra que me hayas dicho cómo te sentís —explicó el mayor, y el chico pensó que había muchas más cosas para decirle respecto de sus sentimientos, pero no lo haría en ese momento.

— ¿Qué estás haciendo?

— Busco ropa para los dos. Pensaba ir al gimnasio, ¿querés venir conmigo? Hace mucho frío como para salir a pasear, pero sirve de algo.

— ¡Sí! Me gusta la idea.

— Después tenemos que ir al supermercado. Casi no queda comida en la heladera y con esta nieve nadie te hace delivery.

— ¿De verdad? ¿Al supermercado? Qué divertido.

El hombre sonrió ante la reacción, no le parecía exactamente "divertido", pero era lindo que el chico lo viera de esa forma. Quizás él no había ido demasiado a ese tipo de tiendas tan grandes, con sus escasos recursos siempre era conveniente un almacén más pequeño.

No, GeonHak no quería volver a pensar en él de esa forma. Él ya no era un "chico de la calle" ahora era su chico... Es decir... Su compañero de piso.

— Cambiate así nos vamos —dijo el hombre, pero el chico ya estaba sentado en la cama poniéndose la ropa que le había dado. En realidad era él el que debía cambiarse.

Aunque a SeoHo le gustaba verlo llegar todos los días con camisa, corbata y pantalones ajustados, le pareció que la ropa deportiva también le hacía justicia a su bonito cuerpo. A veces se preguntaba cómo era posible sobrevivir sintiendo tantas cosas en su pecho y su pancita cada día por el hombre que vivía con él. A él le parecía más fácil dormir en la calle, muerto de hambre, sin poder ni pensar, que controlar los pensamientos que llegaban a su cabeza siempre que se detenía a verlo.