Lee SeoHo es un chico de la calle y Kim GeonHak no quiere que duerma en la entrada de su casa.
____________ 🌿
🍃 GeonHak × SeoHo
🍃 Capítulos cortitos
🍃 Dialecto Argentino
🍃 Contenido adulto
🏅
16/02/23 →#2 SeoDo
14/06/22 →#3 SeoHo
16/02/23 →#2...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Necesito saber todo —dijo el invitado con una sonrisa enorme. A SeoHo le encantaba la forma en que los miraba con sonrisas en sus ojitos, le agradaba que el hombre tuviera un amigo así, alegre y más "descontracturado". No iba a decirlo, obvio, pero lo estaba pensando. También, estaba intrigado por qué parte de la historia le contaría el hombre a su amigo sobre ellos, sobre su pasado y cómo se habían conocido. Lo inquietaba bastante.
— ¿Cómo hiciste para romper el cascarón de este pollo hermético? —preguntó HaRin, con un mordisco a su pizza de por medio.
— Em, en realidad —comenzó el chico—, yo no lo rompí, solo entré porque tenía frío.
El hombre casi se deshace en su asiento. Era demasiado linda la forma en que lo había expresado y era totalmente cierto. HaRin los miraba, primero a uno, luego al otro, esperando algún tipo de aclaración. Aunque le encantaba la metáfora, de verdad quería conocer la historia detrás.
— Esperá —razonó HaRin en voz alta, de pronto le había cruzado un pensamiento por la cabeza—, ¿no será un alumno tuyo, no? —preguntó amenazándolo con la espátula de servir la pizza.
— No, ridículo, tiene 23 —aclaró GeonHak, ¿por qué todos pensaban eso?
— Uhm, c-creo —murmuró SeoHo y, aunque fue bajito, los dos prestaron total atención a sus palabras al instante—, creo que ya tengo 24.
GeonHak sonrió ante la aclaración, estaba a punto de decir que no tenía importancia un año más o uno menos, sabía que el chico recordaba mal algunas cosas; pero, entonces, se dio cuenta de lo que estaba intentando decir.
— Seoh, ¿fue tu cumpleaños y no me lo dijiste? —preguntó con un doloroso pesar en el pecho. Era probable que el chico no lo hubiera dicho para evitar que gastara en regalos o comida especial para él, pero al hombre lo hubiera hecho feliz, o hubiera respetado que no quería nada de eso, pero al menos lo podría saludar.
— E-e-es que... —, se estaba poniendo mal y ahora el hombre se sentía terriblemente culpable—. Está empezando a hacer calor y... Creo que...
El hombre dejó su asiento y se movió para arrodillarse a un lado de su silla. Los ojitos húmedos del chico lo ponían mal, no quería verlo así.
— No importa si no te acordás...
— No, sí me acuerdo —dijo con más seriedad, aunque su voz seguía quebrada—. Fue el 7 de junio.
— No pasó tanto, podríamos hacer algo entonces, si es que querés —propuso el hombre tomándole la mano sobre su pierna. El chico no quería rechazarlo, pero se largó a llorar sin ser capaz de contener las lágrimas y no pudo hacer más que levantarse del asiento y correr al cuarto.
Estaba arruinando la noche por completo, dejando al hombre en vergüenza con su amigo, irse no ayudaba en nada, pero quería dejar de dar pena con ellos. ¿No podía hacer nada bien?, pensó.
