[ V E I N T I U N O ]

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El chico se mueve por su cuenta, se acomoda, se acostumbra, se adueña de él como siempre, solo que de una manera nueva

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El chico se mueve por su cuenta, se acomoda, se acostumbra, se adueña de él como siempre, solo que de una manera nueva. Al hombre no le importa, le gusta tanto, así o de la otra forma, no le importa.

Las manos mojadas amasan su pecho mientras le da profundidad a ese vaivén perfecto que al hombre lo tiene casi sin respirar porque se siente tan bien que se olvida de todo. Y el chico sonríe porque no siente nada, no pasa nada, está bien. Es él, y su hombre, su GeonHak, nadie más, nada más.

Entonces se aparta. Se levanta despacio y disfruta incluso de la sensación de alejarse y extrañarlo, de extrañar sentirse casi como uno solo, de sentirse mutuamente. Él hombre lo acaricia mientras se levanta también y busca un sobrecito en el cajón. El chico lo espera extendido en el espacio más frío que encontró en el colchón, porque él se siente tan caliente...

Quizás ya no tiene sentido preparase porque el chico estaba tan apurado que fue un poco descuidado, pero igual se toma el tiempo y se acomoda entre esas piernas preciosas. También se toma un momento para disfrutar lo perfectos que encajan sus cuerpos cuando se inclina sobre él con sus manos a cada lado de su cintura. Está fascinado y está totalmente perdido en la sensación.

Se acomoda, se alinea y deja que el cuerpo del chico lo reciba de nuevo, tan caliente y apretado. Se acerca a dejar algunos besos, aunque no ve bien, no importa dónde caigan, solo quiere su boca pegada a esa piel que tanto ama, recogiendo los jadeos que deja en el aire. Entonces se anima a seguir provocándolos con cada golpe en su interior, sin apuro, sin preocuparse, sin detenerse. Escalando de a poco, juntos.

Pero la cima no es igual para los dos.

El chico se pierde, sabe que se pierde. Y no quiere, pero el miedo vuelve a aparecer apenas siente que pierde el control. Aunque le gusta, le gusta saber que se está entregando con él, que le está devolviendo un poco... Quisiera tener todo para darle, hasta el último rincón de su mente perturbada, pero no sabe cómo, y si el hombre no puede resolver el más profundo de sus miedos entonces nadie, nadie va a poder.

- GeonHak -pronuncia con la voz aireada, agitado, embriagado.

- Seoh, seoh -responde él, con esa forma que tiene de decir su nombre, el que tiene por él y para él, cerca de su cuello. Se detiene solo unos segundos para hacerlo, para asegurarse de que su chico está ahí, con él. Luego sigue, sigue embistiendo contra su cuerpo, sacudiendo todo en su interior; quizás demasiado.

"Vas a usarme, vas a lastimarme, vas a abandonarme"

No. Quiere luchar contra ese pensamiento. Pero no puede. Está ahí, es su miedo materializándose. No puede controlarlo, porque no tiene el control, lo perdió, lo entregó.

Su cuerpo reacciona ante el peligro, está preparado para eso.

Su mano se pierde bajo la almohada. El hombre no lo nota.

- No voy a dejar que me lastimes nunca más. Nadie. Ni vos ni él -suelta el chico, pero no su chico, no el que es suyo. El hombre siente un ardor horrible en el pecho, no ve nada.

El chico de la calle | SeoDo | ONEUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora