[ D I E C I S I E T E ]

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— No, ese es el transmisor, pero lo hiciste muy bien, vas a aprendiendo, eh

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— No, ese es el transmisor, pero lo hiciste muy bien, vas a aprendiendo, eh. GeonHak tenía razón, sos rápido para aprender —. HaRin estaba completamente sorprendido. Llevaba apenas 3 días como su ayudante y ya podía hacer muchas cosas solo.

— Gracias, Choi dice lo mismo.

— ¿Quién?

— Mi profesor de Física.

— Prof- —HaRin quiso disimular su reacción, pero sus cejas ya estaban elevadas y su boca como una "o". El chico lo miró con una expresión que podía congelar todo el desierto de Atacama, tenía la esperanza de poder preguntarle algún día; no esperaba confirmar sus sospechas tan rápido.

— ¿E-entonces-sí? —inquirió directamente.

— Eh... ¿qué cosa? —intentó el mayor, pero era imposible hacerse el desentendido—. B-bueno, sí, algo así. No sé exactamente... Kim GeonHak, ¿no había otro profesor de Física en el mundo? —le recriminó en voz alta a su amigo, aunque no estuviera ahí. El chico se rió, un poco más relajado.

— No importa, lo sospechaba hace rato. No voy a decirle nada.

— ¿Te dijo algo ese Choi?

— No, pero me doy cuenta cómo lo mira cuando llega o cómo se pone cuando nos ve juntos. Pero, ¿qué es lo que pasó?

— Ya sabés cómo es GeonHak, no habla mucho de esas cosas. Solo me lo mencionó alguna que otra vez, ni siquiera llegó a ser algo oficial. Está bien que no le des importancia porque no la tiene.

— Hm, sí, eso imaginaba. Pobre Choi, debe ser frustrante.

— Mientras te trate bien. 

Unos minutos después, cuando bajaba el sol, GeonHak llegó al taller a buscar a su chico. Tenían una visita pendiente a la peluquería, HaRin no iba a dejarla pasar.

— ¿Qué onda?

— Yo bien, todo tranquilo, ¿ustedes? —preguntó el hombre, que había llegado con una bolsa de la panadería y un contenedor con 3 cafés. Los dejó sobre la mesa menos sucia y concentró toda su atención en el chico. 

SeoHo sabía que primero revisaría el avance de su lastimadura en el labio y luego dejaría un tierno besito en la zona sana. Seguía nervioso por lo que le había pasado aquella vez, y no lo dejaba volver solo del taller, siempre pasaba a buscarlo. Se le iba a pasar con el tiempo, igual el chico ya no tenía miedo, ¿qué podían hacer?, nadie le quitaría lo más lindo que tenía, su vida con el hombre, su casa, ahora su pequeño trabajo. Un golpe no le dolía, ya había resistido muchos de esos. 

— Hoy hicimos de todo, estoy aprendien-

— ¡AYY! —el chico se vio interrumpido por el repentino chillido del hombre, que había recibido un golpe en su brazo—, ¿qué hacés? ¿Tenés que golpearme cada vez que me ves?

El chico de la calle | SeoDo | ONEUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora