Prefacio

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El sonido de la planta baja de mi casa, se hacía escuchar por todos los rincones. Mi hermano durmiendo en su cuarto mientras yo miraba hacia el patio a través de la ventana de mi cuarto, las muñecas adornaba hasta el más recóndito lugar de mi habitación, el color rosa se notaba más por la luz del sol, la casa de Barbie estaba en una esquina de mi cuarto, mientras que en mi mesita de noche reposaba un libro que mamá me había leído la noche anterior, todo estaba perfecto.

Hasta ahora.

Era solo una niña inocente, disfrutando de todo el paisaje que Dios me brindaba, gozando de la naturaleza, escuchando a los pájaros cantar, y viviendo feliz, ¿Por qué me iba a quejar?, tenía a mi papá que era mi héroe, yo era su princesa, jugaba conmigo cada tarde cuando llegaba de su trabajo, mamá me preparaba mi comida favorita, me trenzaba mi cabello, me vestía y me leía un cuento cada noche, y mi hermano ¿Qué podría decir de él?, juagaba conmigo, peleábamos ¿Qué hermano no discuten?, pero al final de la tarde estabamos como uña y mugre. Juntos otra vez. Yo era la menor apenas tenía siete años, mi hermano tenía once años.

—Naira, ven a comer mi amor—ese fue el grito de mi mamá desde la planta baja.

Salí de mi habitación, cuando estuve en el pasillo, me encontré con mi  hermano, él se inclinó un poco y yo me subí a su espalda, rodee mis brazos en su cuello y su cintura con mis piernas, él se puso de pie y corrió hasta la cocina, llegamos entre un mar de risas, me bajo y mamá comenzó a negar con la cabeza.

—Hijos míos, se van a caer — nos dio un beso a cada uno en la frente—: ahora a comer mis amores.

Me senté al lado de mi hermano y mi mamá enfrente, ese día papá estaba trabajando y no llegaba hasta la tarde, bendecimos los alimentos como cada día, y comenzamos a devorar la comida, mi hermano se manchó su camisa con la salsa de la pasta y yo me reí de él señalando, el optó por ensuciarme a mí también y así fue como mamá lo regañó y yo le saqué la lengua, seguimos comiendo en total tranquilidad, pero no sabíamos algo…

Que ese sería el último día que comeríamos juntos.

Que ese sería el último día de felicidad.

Que ese día acabaría con nuestras vidas.

La vida de dos inocentes.

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