Capítulo 4: Adrenalina

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Bajo del taxi y lo primero que veo es a mi hermano siendo arrestado por los policías, está con el cuerpo inclinado sobre el capo del auto y sus manos en su espalda esposadas. Un policía lo detiene, mientras personas que transitan por el lugar se detienen a mirar lo acontecido. Camino despacio y mi hermano me mira con ojos tristes, su respiración es irregular y parece agotado; trago el nudo que se está formando en mi garganta y parpadeo varias veces, siento mi vista cristalizarse cada vez más, y un mal presentimiento se acentúa en la boca de mi estómago.

Esto no puede estar pasando.

Camino a mi auto que se encuentra estacionado en un lado de la carretera y es cuando veo…

Ahogo un grito e instintivamente me llevo las manos a la boca.

No, no, no… mi hermano no pudo… ¿Qué ha hecho? 

Los cuerpos de Alex y Nash yacen tirados en el suelo con una sábana blanca tapándolos y cintas amarillas evitando que las personas se acerquen a la escena del crimen.

Están Muertos. 

 Una laguna de sangre está a su alrededor. Giro para ver a mi hermano, pero es cuando veo que está entrando al coche de la policía. 

Susurra un Te quiero y me da una sonrisa triste mientras veo alejarse el coche policiaco con mi hermano adentro.

Lágrimas invaden mis ojos y no puedo contenerlas, me dejó caer al piso mientras lloro de dolor. Mientras veo como el futuro de mi hermano es condenado por mi culpa.

Lo he vuelto hacer. He dañado a alguien más. He dañado a mi familia.

Una vez más la historia se repite. Es mi culpa. Una vez más quedé sola.

***

Siento un golpe en mi mejilla, y parpadeo varias veces.

— ¡Naira! ¡Reacciona!—otro golpe. Parpadeo varias veces y salgo de mi trance, me encuentro a Anna con la mano elevada preparada para darme otra bofetada, pero le detengo la mano justo antes de golpearme una vez más, la miro mal y alejo todos los pensamientos que mi cerebro está recreando ahora mismo. 

—Tenemos que buscarlos—digo firme. 

No quiero que mi hermano cometa una locura, no podría vivir sabiendo que también lo lastime a él, que por mi culpa podría ir a la cárcel, mi padre me odiará si algo pasa. Todo es mi culpa, no debí abrir mi boca, era mejor quedarme callada ¿ Por qué le dije?, ahora me arrepiento de siquiera haberlo hecho, pero ya no hay vuelta atrás, lo más seguro es que mi hermano vaya en persecución tras mi auto. No puedo dejar que nada le pase. No a él. 

—Saca tu teléfono y busca en el GPS—habla Anna, asiento con la cabeza, pero es cuando caigo en cuenta que mi IPhone lo dejé en mi casa y el teléfono que traigo en mano es uno que por lo mucho manda y recibe mensaje y llamadas. Solamente. 

—No puedo—digo—deje mi iPhone en mi casa, cargo el perol…

—Esto no puede estar pasando—habla Anna, apunto de un colapso.

Mi teléfono comienza a sonar y veo el remitente. 

Derek. 

No dudo ni dos segundo en contestar y me llevo el teléfono a la oreja, con el corazón colgando en un hilo. ¿Y si me llama para despedirse? ¿Y si es para decirme que se lo llevaran preso? ¿Y si él fue quien salió lastimado? No definitivamente esa última no, mi hermano pelea como un luchado profesional. Yo creo que mucho mejor, y no es por alardear, pero mi hermano sabe defenderse, y cuando lo sacan de sus cabales es mejor no estar cerca. 

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