𝟏𝟕|| 𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐜𝐚𝐦𝐛𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐊𝐢𝐨𝐭𝐨 𝐈𝐈𝐈

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¿Dónde estará la maldición?

Un estallido y el retumbar de los suelos me dieron una idea.

Creo que ya la encontre...

Me desplacé por los arbustos con sigilo hasta esconderme detrás de un árbol y analizar al enemigo. Una maldición de tez pálida con marcas en todo su cuerpo se ubicaba en medio de un gran arrolló.

Pensaría que lo más raro son sus ojos hechos de ramas, pero en realidad me causa más curiosidad su brazo izquierdo el cual esta cubierto con una manta de color claro.

Lo más probable es que eso sea su arma secreta.

Al menos no está desnudo gracias a que lleva puestos unos pantalones holgados. Es extraño que las maldiciones cada vez parezcan más humanas...

–Ok niña, se la heroína antes de que los demás lleguen. Pensemos en una estrategia para atacar –lo más probable es que  todos vengan en camino asi que yo seré la inauguradora de el segundo round o el numero que sea.

Tomé una de mis katanas y la lancé aquella maldición mientras yacía todavía en mi lugar escondida.

¡DEJA DE LANZAR TUS KATANAS COMO SI FUERAN QUEMADOS MOCOSA!

La intuición del hombre rama hizo que tomara con rapidez mi Katana y la aventara a varios metros. Empezó a buscar a lo lejos de donde provino el ataque por lo que no desaproveche mi técnica.

Aparecí detrás de él cortando su brazo y su costado. Para mi mala suerte no contemplé que su piel era demasiado resistente logrando que mis cortadas fueran demasiado superficiales.

–Se supone que debería atravesarte –gruñía pasando el filo varias veces hasta sentir aquella criatura tomando mi brazo y lanzándome sin aviso hacia el agua.

–Se que las heridas no se quedaran...pero duele como el demonio –suspire mientras caminaba de rodillas encontrando mi verdadera Katana. Bueno...creo que ya es hora de mostrar mi verdadera yo.

–No deberías de tratar asi a una mujer –entre a la zona de batalla arrepintiéndome al instante al sentir como mis botas se mojaban. Camine..es decir, mi otra yo camino hacia mí mientras me entregaba mi arma seguido de desaparecer al acabar su tarea. 

–Tú debes ser la humana portadora de Izanami –anuncio con seguridad. ¡Qué maravilla! No soló los chicos lo saben si no también maldiciones. ¿Cómo diablos pueden saberlo?

–Creo que ya no puedo disimularlo...si sabes esa información, ¿Qué harás conmigo? –Era una pregunta con un trasfondo que evitaría a toda costa pensar.

–Debo aniquilarte a menos que quieras ser parte de nuestro equipo, a mi jefe le inquietas.

–Pregunta por su jefe –aconsejo Izanami en el reflejo del agua.

–No me va a responder.

–¡Si por un momento dejaras de ser terca, mocosa! –el agua tembló en pequeñas sondas.

–AGH..¿Quién es tu jefe? –inquirí con molestia.

Esto es absurdo, por supuesto que no me lo dirá. Tengo la sospecha que casi todos los secuaces tienen esa linea de "primero muerto antes de revelar información" y el señor planta tiene cara de ser uno de esos secuaces.

–Sug.. –el lobo de Megumi llegó por mi detrás saltando hacia aquella maldición interrumpiendo su respuesta y dejándome con intriga. Acaso estaba por ¿decírmelo? Este rasguño parte de su brazo. Para mala suerte, se regeneró en segundos.

–Suk, Suki!...mmm Susumu –adivinaba a lo alto con agobio. Acabo de perder la posibilidad de saber quién está detrás de esto.

Un choque de espada llamo de nuevo mi atención al ver a Maki combatiendo junto Megumi y haciendo una muy elaborada coreografía.

𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐓𝐈【𝐘𝐮𝐣𝐢 𝐈𝐭𝐚𝐝𝐨𝐫𝐢】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora