𝟑𝟏|| 𝐌𝐚𝐥𝐚 𝐫𝐚𝐜𝐡𝐚

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Los copos de nieve abrigaban las calles de Yokohama en un manto glacial.

Ocultaba mis orejas en aquel gorro pues según nuestro meteorológico esos 6 grados están por decaer aún más ante esta nevisca inesperada.

Y oportuna para este día en especial.

Las yemas de mis dedos se congelaban ante el tacto del ventanal y exhalo por la boca trazando un corazón ante el efecto empañado.

– Mocosa... sepárate de la ventana y ven aquí– un silbato resonaba a las alturas con el pequeño tren navideño viajando de la parada sala a la parada comedor. Un adorno único de los cientos qué hay.

La cartera de Nanami y su idea clara de una temática impecable se llevan todo el mérito. El departamento se transformo en la mismísima casa de papa Noel.

Jugaba con mi ornamento de caramelo azul hecho de madera, pinturas, brillos y una pistola de silicon que causo algunas quemaduras no deseadas en mis manos.

Por supuesto refundido en un rincón para nada visible en nuestro árbol gigantesco pues no combinaba con su apta decoración.

Un carraspeo me trajo de nuevo a mi parada esperada.

El hombre a mi frente usaba un sweater sofisticado de color vino y su bebida en mano hacia juego. Estaba por tomar de ella cuando golpearon su costado ante la victoria de un partido de baseball.

–Eso fue genial, un día haré jugar a mis alumnos– coloco su brazo sobre Nanami desplazando adornos navideños de porcelana cara. Con un mohín quite sus zapatos para adoptar mi sitio allí.

–¿Puedes recordarnos porque decidiste venir aquí?

– Se deprimirían si no los acompañaba en la gran celebración.

–¿Y?

A diferencia de mi tutor, Satoru sorbía el chocolate caliente que prepare– ...al mocoso no le agrado tanto. Creo que esta en sus genes.

– A mí tampoco me agradas.

–Clavas una estaca en mi corazón Nanamiii– aguardaba mi sonrisa pues el mencionado tiene que tomar un largo trago ante la indignación de Satoru. A veces llego a pensar qué Kento soporta al albino para darme una familia normal en esta clase de ocasiones. Por supuesto, "normal" queda a un alcance lejano si se trata de dos veinteañeros a cargo de una cría. Yo.

–Lo haré de verdad si dejas migajas en el sillón.

– Debes trabajar en tu hospitalidad.

–Tú en tus modales.

– Ahora que no tienes tu corte de adolescente deprimido te crees todo un viejo de alta alcurnia. – Satoru voló cayendo en el suelo. Su berrinche no duró por mucho al agarrar las galletas de santa donde claramente dejaba migajas desparramadas en la alfombra. – Acepto tus tratos inhumanos porque aun faltan los emotivos regalos de navidad– sus mejillas estaban llenas distrayéndome de un guiño exagerado.

Es la señal.

–Ahora vuelvo.

¿Qué están tramando? Escuchaba en el pasillo mientras rebuscaba debajo de mi cama en tiempo récord aquel detalle.

Lo encontre. 

Volví planteándome a su frente y antes de cualquier arrepentimiento coloque en su regazo una caja roja con un moño dorado– ¿Qué es esto?

–Yo..te compre algo–nunca antes lo había hecho. Oculté mis nervios tratando de planchar mi suéter navideño idéntico al de Satoru (su idea)– No se mucho de la vida adulta pero en la televisión cuando trabajan en una oficina suelen usar esas cosas. Todas me parecían aburridas excepto esa. Los patrones de tigre le podrían dar un toque de felicidad a tu traje.

𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐓𝐈【𝐘𝐮𝐣𝐢 𝐈𝐭𝐚𝐝𝐨𝐫𝐢】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora