𝟑𝟎|| 𝐄𝐥𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧

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Los ojos gatunos de aquella maldición me estudiaban en busca de cualquier atisbo de temor.

Y es por eso que aparento mantener la calma ante sus siete rostros que expulsan baba nasal a mis alrededores y a mí.

Necesita medidas de higiene.

El pensamiento al aire dio paso a un impacto de su tentáculo en mi pierna.

Mantuve la respiración para guardar la compostura a pesar del ardor reciente.

No debo pensar en otra cosa.

Volví a concentrarme metiéndole en una trance que no podría salir con facilidad.

Al estar con la guardia baja corte sus numerosas cabezas y para mi buena suerte más baba explotó en cada rincón de mi cuerpo.

–Buen trabajo. Así se doma a una segunda categoría –trataba de remover aquella viscosidad de mis ojos seguido de plantar el filo de mi katana en el soporte. Algo que ganaría una paliza si mi otra entrenadora estuviera por aquí.

Ahora que mi energía esta fortaleciendo, mi voluntad en mandato de reyes también lo hace.

Aunque sigo sufriendo un poco el proceso.

–¿Pronto podré utilizarla en hechiceros?– desplazaba mi otra katana en movimientos firmes para limpiarla.

– Eso seguirá dependiendo de tu esfuerzo. Algo que no es conveniente mostrar del todo, ¿o si?

Por inercia, divise todo mi panorama en busca de una tercera persona en mi entrenamiento.

El día siguiente de mis reconciliaciones llego una notificación especialmente para mí de parte del consejo. Decretaban que por primera vez tendrán una excepción e integraron las clases de Izanami dentro de mi itinerario académico.

Quieren estudiar mandato de reyes para las próximas misiones o bueno, saber la magnitud de poder que podría utilizar contra ellos.

Se que me vigilan haciendo el proceso más tardado pues cómo Satoru insiste no debo ser sensacional en las prácticas.

Su manual oral sobre supervivencia explícitamente fue;

"No demuestres tú verdadero potencial a menos que sea necesario. Y siempre hazles pensar que prefieres holgazanear que cumplir con tus deberes. Así dejaran de prestarte mucha atención".

Quizás él lo aplica en si mismo y eso explica demasiadas cosas.

Con mi pulgar e índice agarré el extremo superior izquierdo del celular ante una notificación.

Tampoco se había salvado de la explosión viscosa haciendo que el mensaje fuera difícil de leer pero sabia de qué se trataba.

–El día de hoy es algo que me saldrá a la perfección Satoru.

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Mis ojos se entrecerraban con pequeñas lagrimas a mis costados pues el viento golpeaba directamente en ellos y mis manos se tornaban frías al levantarlas en aquel recorrido en picada. Disfrutaba la adrenalina de la montaña aunque fuera opacada por los gritos de Nobara acerca de su cabello desarreglado.

𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐓𝐈【𝐘𝐮𝐣𝐢 𝐈𝐭𝐚𝐝𝐨𝐫𝐢】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora