Capítulo 1

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Había momentos en los que era fácil para él; en los que era simplemente abrir una puerta, entrar y dejar el documento a la hokage.

Sin embargo, estaba parado frente a la puerta sin poder girar la perilla.
Ya había pasado antes, cada día era una ruleta rusa de emociones en los que su estabilidad dependía de mera suerte.

Ojalá todos sus sentimientos lograran esfumarse, así las cosas no serían un fastidio.

Respiró hondo y abrió la puerta.

Sarada lo esperaba con la vista alzada, lo más probable era que ella supiera desde hace rato que él estaba detrás de la puerta y que simplemente no podía enfrentarla.

Conectaron miradas, pero Shikadai de inmediato la desvío.

Te he traído más trabajo, son algunos permisos para misiones a las orillas del país —Shikadai dejó los papeles sobre el escritorio junto a otras pilas de papeles.

Gracias. —habló seca, fría y rápida.

Al parecer él no era el único que pasaba por otro rato difícil. Esas coordinaciones solo empeoraba la situación, les recordaba la conexión que había entre ellos.

Shikadai la miró mientras ella leía uno de los documentos que estaba frente a ella.

El tiempo había pasado, las facciones más maduras en el rostro de Sarada lo evidenciaba, pero seguía siendo hermosa.
Eso lo hizo decaer más.

Extrañaba a la Sarada de 16 años por la única diferencia de que ella estaba verdaderamente con él, porque la podía besar o simplemente apreciar sabiendo que era suya.
Ahora la Sarada de 24 años que estaba delante de él era alguien a una lejanía impresionante tomando en cuenta que solo estaba a menos de un metro de distancia.

Jamás había estado tan lejos de ella como en esos últimos años.

Estos permisos ya estan autorizados, ¿podrías entregarlos? —Sarada extendió los documentos hacia Shikadai, él de inmediato los tomó.

¿Es todo?

Sí, gracias. —Sarada no levantó la vista, siguió con su trabajo sin distraerse, o eso quiso aparentar.

Aunque sabía que posiblemente nunca llegaría, Shikadai esperaba algo.

Había pasado la noche en vela, no había dejado de recordar como era la vida sin estar atado a la norma que les habían impuesto.

Recordó cada momento que había vivido junto a Sarada.
Como muchas veces, una parte de él se arrepentía de su elección. Pero al voltear a ver su rostro en piedra junto a los demás hokages lo reconfortaba un poco, ella estaba cumpliendo su sueño.

Salió de la oficina y pudo sentir como lograba respirar otra vez.

Te advertí que no sería fácil, aún así decidiste rendirte —recargado en la pared estaba Inojin, como si estuviera esperando a que saliera y como si supiera que pasaba por su mente.

¿No tienes trabajo? —preguntó Shikadai. El comentario de su amigo rubio lo había molestado porque era cierto.

Comenzó a caminar por el pasillo para ir a su oficina, para su desagrado Inojin lo siguió. Era su amigo, simplemente hoy no estaba de humor.

No la has olvidado ¿no es cierto?

Realmente te gusta molestar...

Inojin era una de los pocos que sabía de aquella relación pasada que había existido entre Shikadai y Sarada.

Había sido una relación privada, solo los cercanos a ellos lo sabían.
Nunca lograron saber que bocas habían llevado la noticia hasta los mandos de la aldea, mandos quienes les habían impuesto el ultimátum que daría final a su relación con escusas dudosas y absurdas, pero lo suficientemente intimidantes para doblarse ante ellas.

Lejanos || ShikasaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora