ᴀᴍᴀɴᴇᴄᴇʀ. Des images me reviennent

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des images me reviennent

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des images me reviennent

comme le souvenir tendre

une ancienne ritournelle

autrefois en décembre

autrefois en décembre

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Sueñas.

O eso crees. Debes de estar en un sueño. Porque este no es tu trabajo, porque ves como no lo has hecho desde el accidente, estas de una pieza, como si tus más feas cicatrices causadas por la guerra nunca hubieran mutilado tu cuerpo.

La silla es un poco incómoda, la ventana entreabierta a tu derecha chirría por el frío viento que la zarandea en un vaivén oxidado y poco elegante, si fueras tú, ya hubieras cerrado esa cosa odiosa, en vez de fingir que no te molesta.

El chico frente a ti habla sobre alguna mierda dolorosa, habla y berrea entre chillidos y lloriqueos temblorosos. Tú solo tecleas con dedos finos y delgados en una de esas cosas mecánicas para escribir; esas cajas grandes y pesadas que llegaron para reemplazar al papel y la pluma. De algún modo, te hace sentir más viejo de lo que ya eres, en especial al ver las manos que no son tus manos escribir con rapidez practicada y automática.

El chico cuenta sobre el sacrificio que hizo su instructor para salvarles la vida antes de desaparecer en el frente. Fue uno de los tantos veteranos que perecieron a causa de la guerra, y aunque te cague hablar de sentimientos tan libremente, siempre has podido empatizar con el dolor, con la culpa absorbente y aplastante que te asfixia desde dentro, retorciéndose con lentitud amarga ante la impotencia de no poder hacer nada para salvar una vida. Lo peor de todo, es que conociste al sujeto del cual habla el mocoso, no fueron cercanos, pero cualquier compatriota caído es otro recordatorio agrio de todo lo perdido; de todas las vidas que fueron incapaces de salvarse por este estúpido conflicto.

El chico sigue parloteando, tú sigues tecleando, redactando una despedida que no se pudo realizar por la llegada de la muerte. No entiendes como puedes encontrar la forma elegante de hilar las palabras para darle forma a esa maraña de sentimientos dolorosos tan hábilmente, pero lo haces.

Definitivamente es un sueño, tú eres incapaz de comprender sentimientos ajenos.

Escribes y escribes, hasta que el chico está más calmado, hasta que tus dedos se sienten adormecidos y las tazas de té se han vaciado. Ahora que ya no te concentras en sus sentimientos, ahora que tu cabeza ya no está ocupada meditando en otra cosa, notas la migraña palpitante que brota desde dentro hacia afuera, haces una mueca, molesto, porque ni siquiera en sueños puedes deshacerte de los recientes dolores de cabeza que ta han aquejado desde hace dos meses. Es estúpido, nunca padeciste de migrañas, ¿Por qué ahora sí?

Pero también notas otra cosa, y es confusión, una confusión anhelante de algo extraviado que te golpea como un maldito tren. Es ese pesar que te ha abrumado también en tu día a día, no creíste que podrías sentir tal dolor específico en un sueño también, con tanta nitidez que te paraliza y confunde de tajo.

Añoras algo, duele desde lo más profundo, como si estuvieras de luto todavía por tu esposa muerta, pero en esta ocasión, no sabes qué es lo que has perdido y se clava en tu corazón como una puñalada que se retuerce hasta hacerte sangrar.

Vuelves a ser prestar atención a lo que sucede en el sueño cuando tomas tu pago y hablas por primera vez.

—Lamento su perdida.

No sabes por qué, pero esa voz sacude todo tu ser desde dentro hacia afuera, haciéndote llorar de alegría, sientes que, finalmente, encontraste lo que estabas buscando. Puedes sentir el alivio invadirte, es un consuelo que viene de ti, no es algo que sienta la persona que sueñas que eres, nace desde de lo más profundo de tu mente, como si hubieras desenterrado algo que, para empezar, no sabías que estaba sepultado.

Estás aquí. Estoy aquí, m-

Pero antes de que puedas hacer otra cosa, algo te arrastra hacia atrás brutalmente, pero te niegas a ceder tan fácilmente, la tienda frente a la que está se vuelve un borrón, las calles se esfuman y el piso sobre el que estas desaparece. Algo te jala del cuello, cortándote la respiración con brusquedad, casi con recelo, entonces, sientes que tu cabeza se parte a la mitad en un dolor insoportable que te impide luchar contra la mierda que sea que te esté atacando.

Despiertas en tu cama, eres tú, estás en tu cuerpo, la cabeza te está matando y sientes sangre deslizarse de tu nariz.

Tratas de recordar lo que has soñado, pero solo recuerdas la maldita máquina de escribir y la amarga añoranza.

Tratas de recordar lo que has soñado, pero solo recuerdas la maldita máquina de escribir y la amarga añoranza

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et au loin, un écho

comme une braise sous la cendre

un murmure à mi-mots

que mon coeur veut comprendre

que mon coeur veut comprendre

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RESILIENCIA   Y  EGOÍSMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora