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Las bibliotecas públicas contienen una gran variedad de información. Datos, curiosidades, registros y demás están a tu alcance sin restricciones. A pesar de que disfrutaste las buenas partes de tu tiempo en la milicia, la vida dentro de los archivos reales era, por mucho, mejor para alguien como tú.
Nunca arrebataste vidas en la guerra, pero eso no evita que a veces la culpa caiga sobre tu mente. Tu subconsciente tiende a hacerte sentir de un modo incómodo en raras ocasiones. Es obvio, porque incluso si nunca jalaste el gatillo contra carne humana, cada militar, desde los altos mandos hasta el simple soldado raso, es responsable de todo lo acontecido.
Los libros, por otro lado, son una bendición, aunque ahora tu mayor preocupación no son tus demonios internos, sino tus amigos más antiguos. Bueno, eso, y los documentos más antiguos perdidos que faltaban en el registro principal, aunque eso eran meras cosas materiales.
Todo marchó bien hasta el día de la boda, ella se veía tan feliz. Pero algo cambió en la mañana del evento. Lo notaste cuando llegó a la entrada, donde esperabas para escoltarla por el pasillo, parecía estar en las nubes, pero no en el buen sentido, más como si estuviera... recién levantada, y antes de que pudieras hablar con ella, la música había empezado y su dama de honor los apresuró para que empezaran el recorrido. No has tenido la oportunidad de verla en estos meses, tu puesto en el gobierno te mantiene en la capital casi de forma permanente y no te queda más que confiar en las palabras de tu viejo amigo cuando viene por cuestiones gubernamentales.
Querías retirarte joven, tu pensión militar sería suficiente para ti para abrir un negocio, incluso habías empezado a planear una mudanza para ti y tu familia a las afueras, pero al final, las cosas no se dieron por una u otra razón.
Hojeas un libro, recordando la última conversación con tu amigo, que siempre ha sido un poco tonto en cuanto a sentimientos ajenos.
"¿No crees que estás exagerando? Créeme, ella está perfectamente bien"
¿Quién sabe? Tal vez, si esté exage-
—¡Oye, tú, cara de niño!
Parpadeaste, tratando de procesar el momento en que un sujeto, presuntamente ebrio, había traspasado los límites públicos de la biblioteca hasta llegar al archivo privado.
Suspiraste, dejando los viejos registros a un lado, sobre el escritorio sepultado en documentos que habías estado sacando y archivando últimamente, simplemente, lo limpiarás cuando encuentres los papeles extraviados, por ahora, navegas entre estantes llenos de libros viejos, hasta donde la voz rasposa y burlona proviene.
—Estos apestan a viejo como la mierda, y yo soy más viejo que estás mierdas.
No ibas a corregir los sinsentidos de un evidente ebrio, nadie podría ser más viejo que los archivos de antes de la guerra.
