【 C A P Í T U L O D O S 】
❝ ¿Cómo dices que dijiste? ❞
Los misterios de la vida. Parpadeé y terminé en la oficina del director. Uy.
Na, mentira, me pillaron comiéndome con mi pinche de 4° medio en el baño de profesores. Pero todo estaba fríamente calculado. Mi pinche es famoso, de esos chicos populares, atlético y al que todos seguían como si fuera algún Capitán América; él quiere hacer lo nuestro público y presumirme, pero yo no, porque solo lo uso para alimentarme del infaltable pecado que mantiene a raya mi lado demoníaco, cuando me aburra: chao, siguiente. No obstante, como me ama y haría lo que sea por mí, lo convencí si destruía la reputación de Milena, lo haríamos público. Él todo emocionado, me juró a gritos que lo haría... y ahí nos cacharon. Fue tierno, en todo caso. Toda esa lealtad y emoción. Porque me ama. Pobre weón.
Luis Jaramillo, o Lucho para los amigos, el director del Liceo Santos Reyes, tenía los brazos cruzados, mirándome como si tratara de descifrar una obra maestra.
Dah.
—¿Estaremos mucho rato acá? —pregunté, negándome a perder esta guerra de miradas—. Tengo que ir a clases.
—Esa no te la creé ni tu pinche, el tontorrón enamorado. Pobre Aníbal, tan vío que se cree y lo tienes correteando detrás de ti como un perrito.
—Qué puedo decir, soy encantadora.
—Sí, y un problema con patas.
—Pero con un buen pelo.
—Y con un hocico de tarro.
—Pero un muy hermoso cutis.
Lucho apartó la mirada –gané– y suspiró.
—Por los Señores, eres muy parecida a él.
—¿A quién? —pregunté, echándole un vistazo a la oficina. Había puesto un aromatizante muy leve de frutas, quizá para regular el polen de las flores de afuera: a veces, su esposa, una semisombra, venía y ella era tan sensible a los olores como yo.
—A tu papá.
Me congelé y lentamente, mis ojos cayeron sobre él, pero no me miraba, sus ojos estaban en el techo, pero no en el techo, sino en otro sitio... una pequeña sonrisa estiró sus comisuras, la expresión de su rostro era todo deleite.
—¿Lo conociste? —pregunté.
Ok, que mi papá, el real, no el que me inventaba de niña en el jardín para justificar por qué en el día del papá el mío no estaba, era un tabú. En mi casa, hablar de él está más que prohibido, ni siquiera mencionar algo relacionado a él porque hacía que la presión del aire alrededor bajara y todo se pusiera súper incómodo.
Sé que es un demonio, sé que tiene un magnífico y ondulado pelo negro, una piel morena exquisita y ojos tan negros como el ano de Galactus, pero más allá... que fue a fabricar él mismo los cigarros que fue a comprar.
—Lo conocí un tiempo, estuvo por aquí, en las costas de Chile... dejaba la cagá por donde pasaba. Como tú.
—¿Entonces por qué dicen que es tan malo? Se oye como un buen tipo.
—Pues lo bueno no le quita lo demonio. Tu padre es un demonio importante.
—¿Quién, quién?
—No me corresponde decirte. Me matarían, además, no querrás que te encuentre, ¿cierto?
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Descendientes de sangre, tormenta y espina. | SAGA ULTRAMUNDO - 1 |
ФэнтезиIsidora es una adolescente normal... bueno, casi. Es una mestiza, mitad humana y mitad demonio, desordenada, malhablada y un completo cero a la izquierda a la hora de tratar de nivelar su vida humana y su vida ultramundana. Por no decir que es un as...