【 C A P Í T U L O S I E T E 】
❝ ¿No se lo comió un añumin? ❞
Convencer a mi mamá era misión imposible.
Legal, imposible. Era más fácil convencer a la obāchan que se volviera atea que hacer que a mi mamá le agraden los seres celestiales.
Al día siguiente, luego de pasar una noche con una nueva ronda de pesadillas sobre más muerte y caos... que no pasé tan mal, ya que sentía la mano de Ra sujetar la mía todo el rato, desperté para conversar con ella y tratar de tirarle por ahí y por allá que entrenar con Nathanael podía ser beneficioso.
Lo asimilé, ya, auto-reflexioné e hice la metacognición que siempre me pide mi mamá sobre mis acciones: es inevitable el destino, tendré que sí o sí luchar con esta bruja cagá del mate, aka la Mirona, a muerte y tendré que escuchar a Ra cantarme sus canciones invoca-demonios al oído por el resto de mi vida, y soportar los fetiches de los demás dioses que aún no conozco. Pero filo, todo eso queda de lado cuando pienso: tengo poderes divinos. ¿Es bacán o no es bacán poder decir eso? Es entero bacán y me siento tan chora ahora mismo... aunque, si le digo eso a mi mamá posiblemente me mandaría freír monos, así que ya le tengo el discurso hecho, solo debo agregar que salvaré el mundo en el que vivimos con el Alex, los niños y Chayanne; estaré más preparada ante cualquier circunstancia, así que matarme no será una tarea fácil; y que podré cargar los teléfonos y todo aparato cargable con mi mano, incluyendo su celu y computador donde hace todos sus trabajos.
Ya lo intenté y hago chispas. Soy seca.
Un carraspeo en mi mente.
Somos secos.
No obstante, cuando pregunté por ella, me dijeron que salió.
—¿A dónde? —le pregunté a Selena, que fue la primera en llegar a mi pieza; traía a la Rosie, la prima bebé de un año de la Fay, de un brazo y dejaba que chupara uno de sus collares de perlas rojas. Esos que brillaban sobrenaturalmente y de los que dudaba que fueran humanos.
—No sé, solo me dijeron que se fue temprano a hacer esos papeleos humanos tan molestos. Los que llaman como el animal.
—Trámites.
—No, no. Un burro.
—Burocracia. Le dicen burrocracia.
—¡Esos mismos!
—¿Cómo es que la Fay te dejó cuidar a la Rosie? —suspiré, viendo como la mecía con total tranquilidad.
¿Dejan a una lilim con niños?
«¿Por qué tan crispado de repente?».
No tengo buenos recuerdos de bebés. ¿Recuerdas que Lamaštu come bebés para fortalecerse?
Me estremecí. Claro.
—Está haciendo sus tontas tareas humanas. —dijo Selena.
—¡Te escuché! —gritó la otra desde la primera plana de la casa.
—¿Están despiertas? —en cuánto escuché a la obāchan abajo, me tensé. Incluso Selena y esa conoció al cuco—. ¡Isidora Paz Bustamante! ¡Baja al toque y ven a alimentar a tus perros, que se están muriendo de hambre, sed y los niños les están enseñando a usar un machete!
Qué adorable familia tienes.
—Me encanta esta familia, tan unida —Selena usó el mismo tono que Ra, sacando de su bolsillo un frasco con una sustancia que se veía medio rara, fluorescente y que su tapa tenía una calavera. Se la ofreció a la Rosie—. Sobre todo, cómo están educando a estos cachorritos, todos unos fortachones que pueden soportar...

ESTÁS LEYENDO
Descendientes de sangre, tormenta y espina. | SAGA ULTRAMUNDO - 1 |
FantasyIsidora es una adolescente normal... bueno, casi. Es una mestiza, mitad humana y mitad demonio, desordenada, malhablada y un completo cero a la izquierda a la hora de tratar de nivelar su vida humana y su vida ultramundana. Por no decir que es un as...