13. C oincidencias es encontrarlo aquí

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Pov Sebas

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Pov Sebas

—¿Sabías que tu novio ahora es mi roomie?

Lyana se ríe por el otro lado de la línea.

Si, ya me ha contado todo —Wow, sí que tienen buena comunicación—. ¿Cómo va? ¿Te gusta su compañía?

—No.

—¿Cómo qué no? —Me pregunta, se mantiene en silencio y luego vuelve hablar—. No te lo mandé para que fuera tu niñero mientras no estoy, ni tampoco nada de tu editor, solo es mucha coincidencia. ten un poco más confianza en tu amiga.

—Coincidencia es encontrarlo aquí, y todo de parte tuya— Le expreso—. ¿Por qué creo que es así? 

Se vuelve a reír.

—No voy a negar que sigo preocupada por ti y de que algo tengo que ver en esto, pero en mi defensa ¡Le envié muchos departamentos como par que terminara justo en el tuyo! Oye, si quieres reclamarme, hazlo cuando llegue, por ahora tengo unas modelos que vestir ¡Nos vemos! Un beso ¡Cuídate!

Y cuelga la muy descarada.

Me arropo con las sábanas y me hago bolita en mi habitación; menos de una semana había pasado desde que se mudó repentinamente y no veo el momento de que se largue, carajo ¡Extraño tanto vivir solo! Y hacer mis cosas a mi modo. Además, desde ese día ha sido demasiado incómodo para ambos, tanto que preferimos ignorarnos todo lo que podamos, al menos por mi parte.

Esta situación es tan estresante.

Y aunque quisiera quedarme todo el día en la habitación —Como estaba haciendo desde que se quedó— llega el momento de ir por agua al refrigerador, otra vez; rezando por no encontrármelo en el camino.

Abro la puerta de mi cuarto, son la diez de la mañana de un domingo y nadie se encuentra en los espacios compartidos, así que voy directo a la cocina para tomar agua y vacío mi sed, dejando todo en su lugar.

Doy unos cuantos pasos y allí, a dos centímetros de mí, estaba ese gato sin dejar de maullar hacia mi dirección, es que ¿Tendrá hambre?

Pasea todo su cuerpo sobre mis piernas, restregándose juguetonamente y no puedo pasar las ganas de acariciarlo, así que lo tomo entre mis brazos y le acaricio con dulzura. Aunque el animal parece ser más un vibrador que un gato ¿Tanto le gusta?

Sonrío mirándolo, es muy tierno.

—¿Dónde mierda te has metid...? —El chico de piel blanca se detiene abruptamente, mirando a su mascota traicionándolo con otra persona—. Ah, tu otra vez... Kyklos jamás me hablo de esto.

Dejo el animal en el suelo por si su dueño se molesta, aunque parece que quiere seguir conmigo.

—¿De qué cosa? —Pregunto, aunque no sé muy bien de donde llegó esa curiosidad por mi parte, pero el nombre de por sí, es raro. —¿Quién es Kyklos?

Inocentemente BrutalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora