Luan defendió su doctorado con honores en el mes de octubre, a la par que avanzaban las obras de restauración de una clínica que sería mucho más grande y mejor equipada que la de antes. En los agradecimientos de su tesis, el nombre de Caroline era el primero, por derecho propio.
“Cuando el amor te sorprende, hay que agradecer desde el corazón. Cuando ese amor comparte tus sueños y te traza el camino para recorrerlo juntos, hay que agradecer doblemente. Gracias, Caroline, princesa de Timbavati, por todo lo que he aprendido a tu lado. Esta tesis también es tuya”. ―Escribió.
Los padres de Caroline cumplieron con su promesa e hicieron una visita oficial a Sudáfrica en el mes de diciembre. Timbavati fue parte de su destino y allí pasaron sus Altezas reales algunos días, felices de ver por sí mismos todo lo que Caroline y Luan estaban logrando juntos. La relación con los padres de Luan se estrechó enseguida, sobre todo gracias a Kande, quien con su atractiva personalidad borró las distancias del protocolo y los hizo sentir como si estuvieran en casa.
Luan aprovechó la visita para hablar a solas con Luis. La petición que le hizo, casi tartamudeando, fue bien recibida por su suegro, así que ese mismo día, al atardecer, Luan sorprendió a Caroline durante un paseo privado, proponiéndole matrimonio junto al baobab.
―Tu padre me ha dado su consentimiento de buen grado, pero incluso sin él, no tendría temor alguno para proponerte que seas mi esposa. Eres la mujer más especial que he conocido en mi vida, y no podría haber encontrado a mejor compañera para compartir el futuro. ¿Te casas conmigo?
Caroline recibió el anillo con lágrimas en los ojos, pero no contestó al instante.
―Era el anillo de mi abuela inglesa ―le dijo él nervioso―. ¿Aceptas? ―repitió, como si ella aún no le hubiese escuchado la primera vez.
―Por supuesto que sí. ―Caroline miró su anillo, que simbolizaba mucho para ambos, sobre todo el haber sobrevivido, como relación, a muchos retos y a diferencias culturales que, más que separarlos, los habían unido aún más.
La princesa se irguió sobre la punta de sus pies para besarlo, con el baobab de testigo, de su amor duraría para siempre.
Unos meses después, Caroline contrajo matrimonio con Luan en la Catedral de San Florián en Liechtenstein. Ambas familias estuvieron presentes, incluso Quentin quien debió sobreponerse a su temor a viajar. Luan no ocultó la emoción que sintió cuando vio entrar a Caroline vestida de blanco. Para él, era la novia más hermosa que había visto en su vida…
Sin embargo, Caroline insistió en tener otra ceremonia en Timbavati, así que unos días más tarde se casaron de nuevo en la reserva bajo un árbol de Marula, el “árbol del matrimonio”, el mismo del cual se obtenía aquel embriagante licor con el que Luan quiso conquistarla a su llegada. Con una boda mucho más simbólica, la princesa la disfrutó aún más, pues ya consideraba a Timbavati su lugar sagrado en el mundo y con la bendición de aquella tierra tendrían asegurada la felicidad.
La pareja tuvo dos hijos, Alisha y Lucas, que nacieron en Sudáfrica. Se parecían mucho a Luan, en sus ojos y color de piel, aunque el rostro y la sonrisa era más de su madre. Con frecuencia los niños preguntaban por la historia de amor de sus padres, y era Luan quien les contaba aquella historia sobre el documental del tío Jus que había llevado a Caroline a la reserva.
Una de esas tardes que pasaban cerca del baobab como familia, los príncipes vieron a un león blanco cruzar por el camino, despreocupadamente.
―¿Es Oliver, papá? ¿O Sneeu? ―preguntó Lucas.
―Es Oliver ―respondió Luan sonriente. A pesar de los años, Oliver era un ejemplar admirable con una nívea y espesa melena.
―¿Saben qué significa que un león blanco se cruce en tu camino? ―les preguntó Caroline.
―¡Lo sabemos, mamá! ―respondió Alisha―. ¡Es señal de buena suerte!
Caroline asintió, pero no dijo nada. Solo buscó los ojos verdes de Luan y le sonrió. Tal vez Oliver les hubiese regalado la buena fortuna cuando lo vieron por primera vez durante aquel safari. ¡Cuánta magia tenía Timbavati y qué manera de ser felices allí!
FIN 👉👉👉Nota de la autora
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Timbavati Love ✔️
RomanceCaroline Alexandra Marie, Princesa de Liechtenstein, lleva una tranquila vida en Ginebra, donde se dedica a la fotografía conceptual. Luan Edwards es un atractivo biólogo sudafricano que realiza su doctorado en inseminación de leones y que vive en...