Max se marchó al día siguiente, dejando a Caroline con cierta tristeza. Lo echaría mucho de menos, eran muy unidos. Sin embargo, algo la tenía realmente ilusionada: la posibilidad de crear una ONG y de dirigir un proyecto que apostara por la conservación de la biodiversidad. Ella podría encargarse de la parte artística, la divulgación y comunicación. Jamás pensó que su idea pudiese volar tan alto, y confiaba en que la misma pudiese llevarse a cabo. Max le prometió que movería algunos hilos al respecto, puesto que la parte más compleja era buscar personal para la fundación de la organización y vías de financiamiento. El trabajo de Luan requería de recursos, era costoso, y debía pensarse la mejor manera para hacer las recaudaciones.
Caroline mantuvo este asunto en silencio, no quería contarle a Luan. En primer lugar, tenía miedo de que cualquier tropiezo impidiera que se llevara a la práctica. En segundo lugar, temía que Luan pusiera algún reparo. Era orgulloso, y por el otro lado tal vez sintiera demasiada responsabilidad y presión de saber que un proyecto tan ambicioso se estaba desarrollando, entre otras cosas, para impulsar su trabajo.
La princesa tomó algo de tiempo para hacer anotaciones, investigó, tomó toda idea que le pareció interesante para la organización, y fue poco a poco, en una noche de insomnio, conformando la misión de la entidad que vería nacer como a un hijo.
El trabajo del documental había avanzado bastante, aunque todavía faltaban algunas semanas para filmar el nacimiento de los cachorros, que sin duda serían la mejor parte. Caroline estaba esa noche perdida en sus pensamientos cuando llegó Luan. Su visita a aquella hora se había vuelto costumbre y era muy bien recibida. El sudafricano no había querido presionar a Caroline en lo más mínimo. No habían pasado al “siguiente nivel”, pero él no tenía prisas. Luego del shock que la noticia de Franz le había causado, Luan no pretendía que ella se sintiese apresurada en ningún sentido.
El amor había ido madurando entre ellos. En las noches conversaban de temas disímiles, conociéndose cada vez más. Luan le hablaba de su niñez, tan distinta a la suya, pero feliz como ninguna otra. Carol le contaba de mil detalles de la Casa Real que jamás habría imaginado, y de los internados donde había estudiado. Así, de a poco, se iban conociendo y admirándose más.
―Un beso por tus pensamientos ―le dijo él desde el umbral de la puerta.
―Es tentador, pero no ―se rio ella―. Estaba pensando en el futuro, y a veces cuando decimos los sueños en voz alta, se frustran. No pienso arriesgarme, así que te besaré yo… ―La princesa se puso de pie y se apoderó de sus labios, en uno beso tan estremecedor y apasionado que lo tomó desprevenido, privándolo del aliento.
―Ese fue un gran beso.
―Gracias. ―Caroline volvió a sonreír, haciéndose la orgullosa, y lo condujo al sofá.
―Quería contarte algo.
―¿Qué es?
―Estaré fuera este fin de semana, Carol ―le contó―. Participaré en una Convención sobre biodiversidad que sesionará en el Hotel Protea en Pretoria. Debo estar los dos días. Es un compromiso que contraje antes que nosotros…
―Entiendo. ―Ella lo silenció con otro beso más corto―. ¿Te alojarás en el hotel?
―No, es un gasto excesivo. Parte de los congresistas que son extranjeros o viven en otras ciudades sí lo harán, pero en mi caso no. Tengo rentado un pequeño departamento en la ciudad, donde me quedo de vez en cuando siempre que voy a la Universidad.
―Fue donde te escondiste aquellos días que estuvimos separados, ¿verdad? ―Caroline frunció el ceño recordando los momentos más difíciles que habían vivido.
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Timbavati Love ✔️
RomanceCaroline Alexandra Marie, Princesa de Liechtenstein, lleva una tranquila vida en Ginebra, donde se dedica a la fotografía conceptual. Luan Edwards es un atractivo biólogo sudafricano que realiza su doctorado en inseminación de leones y que vive en...