Capítulo 23

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Camp's Bay era una playa hermosa. La cordillera de los doce Apóstoles de un lado; la montaña Lion's Head de otra, la arena fina y blanca coronada por un azul oceánico que impresionaba, y disímiles actividades por hacer.

Los príncipes se hallaban sentados bajo la sombra de una casita de paja y madera, tomando una bebida fría, mientras aguardaban por el resto. Era el día libre de Charlie, y aunque habían planeado que lo pasaría con ellos, aún no había llegado. Justin tampoco, lo que quizás indicaba que después del cumpleaños de Alika habían continuado juntos.

También faltaba Luan, el más esperado por Caroline. Luego del baile de la noche anterior se despidieron, con la promesa de volverse a encontrar en la playa. La conversación continuaba sin producirse, y a veces no sabía qué pensar. Habían soportado mucho en silencio en los últimos días, y eso, en ocasiones, podía hacerle daño al amor.

—¿De qué hablaron?

—Me lo has preguntado miles de veces, Carol —le dijo su hermano riendo.

— No me has narrado bien la conversación.

―Y no lo voy a hacer ―respondió―. Ha sido una charla entre amigos y he cumplido con mi promesa de decirle la verdad: es todo. A juzgar por el baile que compartieron después, me atrevería a decir que les ha ido muy bien.

―Aún no hemos hablado, no podría decirte...

―Ya lo harán, Carol. Ya lo harán.

A la distancia se podía divisar la figura de Luan caminando junto al mar. Llevaba sus zapatos en la mano mientras se mojaba los pies con el vaivén de las olas. Vestía de blanco, un color que le asentaba de maravillas pues resaltaba la tonalidad de bronce de su piel.

―Allí lo tienes ―señaló Max alegre cuando lo vio.

Caroline asintió, nerviosa. Dio un sorbo a su bebida fría e intentó serenarse hasta que el sudafricano llegara.

Él también podía verlos mientras caminaba, y estaba igual de algo ansioso por lo que el día les depararía. Tenía la intención de hablar con Caroline en privado sobre lo sucedido entre ellos, pero no estaba seguro de si podrían tener la oportunidad.

―Buenos días ―saludó cuando llegó hasta los príncipes.

―Buenos días ―dijeron los hermanos a la par.

Luan aceptó la invitación a sentarse y compartió la mesa con sus Altezas Reales. Caroline se veía muy hermosa. Vestía de blanco como él, y debajo de su vaporoso vestido podía advertir la presencia de un bikini de color rosa eléctrico que se ceñía a su piel en los lugares justos. El biólogo intentó no observarla con demasiado interés, se sentía un tanto avergonzado.

―Charlie y Jus aún no han llegado ―comentó Caroline por decir algo, aunque era evidente.

―Tengo la impresión de que tal vez tengan otros planes, aprovechando el día libre de Charlie ―prosiguió Max―. No me sorprendería si se disculparan con nosotros, y me sentiría feliz por ellos si fuera así.

―Yo también ―afirmó Caroline.

―La fiesta de cumpleaños de Alika habrá dado entonces excelentes resultados ―añadió Luan sin percatarse de lo que decía. Aquello podía aplicársele muy bien a la princesa y a él.

―Sin duda fue una fiesta decisiva ―apoyó Max, y al mirar a su hermana por completo ruborizada, los presentes supieron que se refería a ellos y no precisamente a Charlie y a Justin.

―Esta playa es muy hermosa ―dijo Caroline―, lástima que al agua esté demasiado fría para darme un chapuzón.

―Ciudad del Cabo tiene playas hermosas ―asintió Luan―, pero mi favorita es Boulders Beach a cuarenta kilómetros de aquí, donde habita una extensa comunidad de pingüinos.

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