La primera vez que YoonGi entró a la casa de su exesposa, fue tan planeado que tuvo el tiempo necesario para ensayar cómo se comportaría en cada momento. Ahora estaba entrando a la casa de JiMin sin un plan.
Se sentía como un adolescente otra vez. Su mano estaba sudorosa, su corazón iba sumamente rápido y no podía dejar de pasar saliva. Realmente esperaba verse mejor de lo que se sentía o asustaría al diseñador menor.
El muchacho estaba lo suficientemente entusiasmado para que sus pasos se convirtieran en pequeños brincos.
JiMin lo condujo por su casa, tirando de sus manos juntas. YoonGi miró atentamente cada rincón, descubriendo que ese era el hogar del menor. No había un sólo objeto que no estuviera condicionado a los gustos de JiMin, ni las paredes pastel, las cortinas con estampados de anime y mucho menos los estantes llenos de mangas.
En ese momento ambos cruzaron una especial pared en forma de arco. De alguna manera, JiMin se las había arreglado para clavar ramitas de madera en lo alto del techo, de ellas colgaban un montón de grullas de papel. YoonGi estiró su mano libre para tocar algunas de las figuras.
Una sonrisa hizo acto de presencia en sus labios.
Este no había sido su plan original, sin embargo, ahora estaba teniendo sus preciadas figuras de papel de vuelta a él. Fue mucho mejor de lo que esperó.
La cocina y el comedor se sintieron hogareños en un nivel de profundidad difícil de describir. No fue complicado para YoonGi imaginarse a un JiMin adormilado preparando su caja de bento antes de ir al trabajo, fue adorable.
—¿Qué vamos a desayunar? —le preguntó. Aunque un rápido vistazo a la harina y huevos le dio la respuesta—. ¿Panqueques?
—Es una receta japonesa. —Sonriendo, YoonGi se encargó de quitarle el mandil de las manos.
—Yo me encargo, tú todavía estás enfermo. Sólo dime los pasos. —A pesar de lo pálido que estaba JiMin por la enfermedad, todavía se veía muy bonito cuando sonrió complacido—. He estado practicando mi vocabulario en lenguaje de señas sólo para esto.
A pesar de que dijo eso, todavía le costaba entender las indicaciones de JiMin. Pero valía la pena si el chico no tenía que usar las notas o su teléfono todo el tiempo. Todo valía la pena si el menor se mantenía así de feliz.
Bajo las indicaciones de JiMin, YoonGi llenó la tetera para ambos. Podía romper su rutina sobre tomar café sólo porque JiMin necesitaba tomar líquidos amigables con su estómago.
Gracias al humo de la tetera hirviendo y los panqueques cociéndose, una neblina permeó los lentes de YoonGi.
—Ah, mis anteojos se están empañando. —Una vez que se quitó los lentes se preguntó dónde debería ponerlos. Al final decidió hacerlo en el rostro de JiMin, los colocó con mucho cuidado sobre el puente de su nariz y tomó la oportunidad para pasarle un mechón detrás de la oreja. El chico parpadeó mucho, luchando por acostumbrarse al aumento. Eso hizo que YoonGi se tragara una risa—. Por favor, no está tan mal.
JiMin comenzó a caminar hacia él. Estiró los brazos de manera exagerada, como si de pronto se hubiese convertido en un ciego... Un zombi ciego.
—Espero que llegues a mi edad con tan buena vista. —YoonGi atrapó a JiMin, quien reía tiernamente de su broma. Tendiéndolo en sus brazos, lo alejó de la estufa. Porque supuso que el menor había perdido la vista y podía quemarse accidentalmente—. Entonces estaré esperando una disculpa y después te acompañaré a una buena óptica.
—¿Y una vez que salgamos de la óptica?
—Iremos por un café, descafeinado para los dos.
Haciendo planes a futuro, YoonGi se percató de algo importante. Quería ver a JiMin llegar hasta los cuarenta mientras tenían una relación así de cercana, quería tener muchos más recuerdos de JiMin en su pijama de olanes y haciendo el desayuno juntos.
¿No era este sentimiento uno que conoció mucho tiempo atrás?
¿La atracción física? No, demasiado simple, JiMin era una persona mucho más importante que el dueño de una cara bonita. ¿Entonces eso era amor? YoonGi no podía estar seguro. El amor que tuvo hacia su única pareja nunca se sintió como si se pudiera tocar.
Este sí.
JiMin le dio un golpecito en el hombro, atrayendo su atención.
—Gracias por quedarte. En las videollamadas no puedo tocarte y ya te echaba de menos. —Fue esa pequeña frase la que conmocionó a YoonGi. Definitivamente era ese viejo sentimiento agridulce buscando venganza.
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Origami [YM/JS]
FanfictionProcedimiento para un origami de romance casi adolescente: 1.-Consigue un inesperado flechazo. En un ambiente laboral de tu preferencia. 2.- Desdobla el torpe corazón de YoonGi. 3.- Une sus puntas con un comunicativo JiMin y mira el resultado. 📃Y...