Flores de papel

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YoonGi no estaba de buen humor, durante los últimos meses no lo estaba. A su humor habitual no ayudaba el hecho de que estuviera cargando una caja de cartón y mudándose de departamento después de diez años de servicio.

Se consideraba una persona terrible para adaptarse a los cambios.

Ahora tenía que acostumbrarse a dormir en todo el colchón, cuando su esposa siempre ocupó la mitad de él y lo pateaba dormida si invadía su espacio personal. Ni si quiera significaba que extrañara ser golpeado en la madrugada, pero era un hombre de costumbres. Tener toda una cama a su disposición se sentía antinatural.

Salió del elevador arrastrando los pies y continuó avanzando, sin detenerse a tocar la puerta. Así que tomó por sorpresa a todo el mundo en el departamento.

SeokJin, el jefe del departamento todavía estaba repartiendo indicaciones a sus trabajadores y todos se congelaron igual a un montón de ladrones sorprendidos a mitad de un robo.

—Oh, hola, YoonGi. Llegaste temprano. —SeokJin fingiendo que todo era natural, le dio una pequeña reverencia—. Bienvenido a bordo.

—¡Bienvenido, YoonGi-ssi! —dijeron los veinticinco miembros del primer piso de diseño, al mismo tiempo. Como si lo hubieran ensayando. Definitivamente lo ensayaron.

YoonGi hizo un esfuerzo por sonreírles. Estos sólo eran chiquillos diseñadores y no era su culpa que hubiese sido transferido. En realidad, esa fue su propia decisión y seguro que la más sana. Necesitaba salir de la rutina de trabajo donde cada acción le recordaba a su antiguo matrimonio.

Nuevamente, tampoco significaba que le gustara.

Hizo una reverencia para el grupo y les dio una sonrisa cansada.

—A partir de este momento, trabajemos todos juntos.

SeokJin sonrió, el tipo de sonrisa que parecía muy honesta. No se veía como una persona gruñona, mucho menos con su camiseta rosa donde SeokJin era un personaje de Mario Bros. YoonGi no tenía que preguntar, ese diseñó debió crearlo el mismo portador de la prenda.

Al menos, era un sujeto mucho más agradable que JaeWon.

—Haz muchos amigos, por favor. Sé que todos son más jóvenes que tú, pero aprenderás mucho de ellos.

YoonGi sabía de ello por cuenta propia. Dos años atrás la empresa había recibido varios chicos de universidades con mensualidades dolorosamente costosas, como acto caritativo. Pero ese se convirtió en su lema después, porque claro los chicos no iban a quejarse del salario reducido o las largas horas de trabajo si podían trabajar en una empresa así de prestigiosa para su servicio. Eso explicaba porque todos en ese departamento parecían ser jóvenes.

Ante la petición de SeokJin, sólo asintió con la cabeza. No creía que pudiera hacer una promesa al respecto. Su esposa siempre fue la amigable, él no.

Él olvidaba los nombres de las personas recién conocidas y después olvidaba las personas.

Como si su respuesta hubiera sido suficiente, toda la atención sobre él se disipó. YoonGi deshizo su minúscula sonrisa y dejó caer su caja en lo que sería su nuevo escritorio. De inmediato lamentó la caída brusca, su tableta de dibujo estaba ahí y figuras coleccionables de las que su esposa siempre se burló.

No era extraño que su nuevo cubículo estuviera vacío, lo único extraño fue encontrar un ramo de flores.

Flores de papel.

YoonGi sujetó delicadamente el arreglo, sin entender. ¿Por qué alguien se molestaría en hacer algo así de bonito para un nuevo trabajador? Las flores se encontraban tan bien trabajadas que seguro se invirtieron horas para el resultado final.

Necesitaba respuestas.

Miró a su alrededor sin dejar de sostener las figuras de papel y entonces se encontró con la vista de uno de los chicos del departamento. El muchacho lo miraba curiosamente desde los muros de su cubículo. No debía ser muy alto porque parecía estar sufriendo para que espiarlo.

Cuando sus miradas encajaron, YoonGi se cautivó. El chico tenía los ojos más bonitos y obviamente usaba un rizador de pestañas. Nadie podía tenerlas así de una forma natural, simplemente no era posible.

A YoonGi le costó un largo instante liberarse del encanto bajo el que fue puesto, una vez que lo consiguió le mostró el ramo casero, preguntándole si él era el creador de su regalo. Eso sólo liberó el entusiasmo ajeno, el chico asintió de arriba a abajo y se señaló.

El diseñador mayor le agradeció usando una sonrisa. La primera genuina en mucho tiempo. 

Origami [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora