Confesiones de papel

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YoonGi llegó a casa con las mejillas rojas y totalmente sudoroso, resultado de trotar un par de cuadras como si su vida dependiese de ello. Al quitarse los zapatos su poodle café lo recibió felizmente, con su colita de algodón moviéndose de un lado a otro.

Apenas tuvo el cuidado suficiente para no pisar a su pequeño bebé, el recuerdo de un JiMin avergonzado confesándose estaba ocupando toda su atención. Una confesión que él había forzado, accidentalmente.

Mirando en retroceso, entendía por qué JiMin actuaba como actuaba su alrededor. Se volvió obvio porque recibía figuras de papel cada día, porque JiMin le pedía su mano para sujetarla o el motivo por el que recibía halagos sobre el mínimo aspecto de su apariencia. Alguien más inteligente que él habría notado las señales mucho tiempo atrás.

Otra vez le faltó mirar a fondo, igual que en su antiguo matrimonio.

Encogido por una decepción a sí mismo, YoonGi se recostó en su sillón para escribirle un mensaje a su exesposa pidiéndole que no lo llamara más. En el momento en que presionó el botón de enviar, recibió una nueva notificación de la misma aplicación.

Su dedo índice tembló sobre el perfil de JiMin y después de una lucha interna, se decidió por abrir la conversación y leer los nuevos mensajes.

«Me gustaría disculparme y decirte que fue una broma, pero nada de lo que haga dará marcha atrás en nuestra relación y así es como lo prefiero, creo. Nunca he sido bueno para guardar secretos, lo que es divertido considerando mi condición. Así que, aquí viene la bomba.»

«En realidad, comenzaste a gustarme dos años atrás. Sé que no lo recuerdas, estabas casado, yo haciendo mi servicio social. Le hiciste una broma a JaeWon porque estaba molestándome y esa no es la novedad. Tú fuiste la novedad.»

YoonGi miró la pantalla por un momento y abrió la boca cuando su cerebro conectó un viejo recuerdo. Completamente cierto, JiMin estuvo ahí antes. Fue el pasante más bonito que había visto, de labios hechos para adorar por horas. Pero en aquellos años, creía que su matrimonio todavía tenía una solución. Fue sumamente terco al respecto, sin importarle que ambos comenzaron a encontrar atractivas a otras personas, con las que no compartían anillos.

«Lo divertido es que yo me enamoré de ti ahora.»

«El amor es un sentimiento que no conocía hasta ti. Creo que es gracioso porque he salido con muuchos chicos durante la universidad y nunca se sintió de esta forma. Este era el secreto por el que dejé de enviarte figuras de papel, porque me aterraba que descubrieras mis verdaderos sentimientos. Al final no fue tan aterrador como pensaba, disfruté decirte que te amaba y disfruté ser escuchado por ti. Aunque no me gustó que huyeras al final.»

«Gracias por ser el único que se ha tomado el tiempo para escucharme.»

YoonGi se mantuvo mirando su pantalla, incluso cuando esta se apagó por el tiempo de desuso. Era por ese motivo que estaba maravillado con JiMin, el chico adoraba hablar y no había nadie que tuviera tanto que expresar como él. Cada palabra que salía de sus manos era especial, parecía que siempre sabía que decir.

Leer la opinión de JiMin sobre él, lo hizo sentirse extraño. Cuando se miraba así mismo veía a un hombre de cuarenta, perseguido por la sombra del fracaso de un matrimonio con quién debía ser el amor de su vida.

¿Pero qué pasaba si el amor de su vida había llegado un poco tarde?

Porque a través de las palabras de JiMin, fue capaz de mirarse así mismo de otra forma. Como si fuera una persona que tuvo la culpa justa de un divorcio, pero que merecía tener un nuevo romance con una nueva persona.

Él escribió un mensaje rápido, invadido por la euforia de su descubrimiento. Ni si quiera se molestó en revisar la coherencia.

«Para mí, escucharte nunca fue una obligación. A veces pienso que todo el mundo debería tomarse el tiempo para hacerlo y entonces serían más felices.»

Sabía que eso era una respuesta ambigua y eso era justamente lo que persiguió. Ya le daría una respuesta perfecta, sólo necesitaba tiempo. Tiempo y mucho papel.

—Ven, bebé, vamos a buscar hojas que no necesitemos. —El perro café al mirarlo levantarse, dejó de morder sus juguetes y lo siguió con el mismo entusiasmo que tenía su dueño.


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Origami [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora