Seijō Jigen

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-Géminis ¿qué sucede ahí? Las cámaras de seguridad no funcionan. ¿Géminis?

Saga, Setsuna, Shun y Seiya seguían sin tener idea de como proceder. El ente no era hostil, el protocolo demandaba que se dialogara con él y se le enviara de regreso inmediatamente. Pero este "ente" no tenía la madurez suficiente para dialogar, mucho menos para viajar de regreso.

En el estado en que la niña se encontraba, no podía decirles mucho, debían esperar a que se calmara.

-¡GÉMINIS!

-¡Ya te oí, Isaak!- Saga le gritó al aire, dirigiéndose al chico del cuarto de "Supervisión de Tácticas Especiales", ambos se comunicaban por medio del Cosmo, una fuerza interna que los agentes y empleados de tecnología e información aprendían a desarrollar en PALAESTRA.

Shun avanzó hacia la pequeña, cautelosamente para no asustarla más, una vez que estuvo frente a ella se arrodilló para quedar a su altura.

-Inna... No queremos hacerte daño ¿sí?

-Andrómeda, háblanos.

-¿Tienes hambre?

La niña lo miró a los ojos, quedó sorprendida un momento y acto seguido esbozó una media sonrisa. Asintió lentamente, mientras Shun le secaba una lágrima que escurría por su mejilla.

-G-Gracias... Shun-san...




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El Protocolo de Defensa 10837 se levantó, mientras los cuatro agentes que habían presenciado la llegada de Inna, se quedaron encargados del caso.

El edificio de SANCTUARY no era precisamente un hotel, por lo que Setsuna y Shun llevaron a Inna a una de las Salas de Interrogación. Estas eran de apariencia bastante adusta y un tanto hostil, pues estaban hechas para contener yōkai y gui la mayoría de las veces; aquellas cámaras se cerraban herméticamente y estaban atiborradas con la más alta seguridad que SANCTUARY podía pagar.

Previendo que tal vez aquel repugnante alojamiento le diera la impresión equivocada a la niña —y de paso asustarla más—, Saga le pidió a Aphrodite de Piscis, uno de sus colegas Dorados, que adornara el lugar con algunas rosas. El rubio accedió de mala gana, dejándole bien en claro que sus flores no eran "adornos bonitos" sino armas letales.

Del mismo modo, Seiya le pidió a Orphée de Lyra, Caballero de Plata, que tocara algo para él, mientras grababa el audio con su teléfono celular. El aparato fue colocado sobre una insulsa mesa metálica, la única pieza de mobiliario que ahí se encontraba, a un volumen adecuado para que sirviera de música de fondo.

De la enfermería fueron traídos trapos, vendas, esponjas, agua, jabón y demás artilugios médicos e higiénicos, mientras una enfermera se encargaba de limpiar y curar las heridas de Inna. Para que pudiera cambiar su maltratado vestido, se le dio una playera del personal de seguridad. Aquellos tipos eran grandes y fornidos, por lo que encontrar una de talla pequeña fue difícil. La más pequeña de las playeras le llegaba a los tobillos, y las mangas le quedaban tan anchas que asemejaban un kimono. La gigantesca playera fue ceñida la cintura de Inna con un largo y bonito listón rojo que Shun consiguió, este pertenecía a Sailor Venus, quien lo usaba en la cabeza a menudo; aquel adorno no combinaba muy bien con la playera, que era de un gris bastante feo.

Por petición de la misma niña, Setsuna permaneció a su lado en todo momento.

Shun le trajo de la cafetería un poco de comida y jugo de manzana, y una vez que Inna estuvo instalada, los cuatro involucrados salieron para darle un poco de espacio, para que pudiera tranquilizarse y relajarse, mientras ellos iban a infromar al Coordinador de Operaciones y segundo al mando sobre la niña.




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