Sobrevivientes

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"Jamás amé a Hyoga"

Las palabras del peliverde resonaban en su cabeza como los golpes de un martillo —y dolían del mismo modo—, no podía creer lo que había escuchado... no quería.

Shun mentía.

No había otra explicación. Debía de ser así.

Desde que se presentó la oportunidad de viajar al Silver Millennium, Hyoga se vio a sí mismo como el héroe y conquistador del corazón de Virgo; pero jamás imaginó que negaría sus sentimientos.

¿Y si decía la verdad?

¿Acaso su ego le había jugado en contra? No sería la primera vez.

Quizás había visto lo que quería ver en aquella transmisión. Para él, Shun lo amaba y viceversa, pero todo parecía indicar que el Kosmos Selíni era la excepción.

Le dio vueltas al asunto en su cabeza durante la cena y fue incapaz de pegar ojo en toda la noche por las mismas razones.

Pero el Cisne era persistente —para bien o para mal— y se negaba a creer las barbaridades que habían salido de la boca de Virgo. Lo seguiría intentando, aunque tendría que ir más despacio de lo que había imaginado.

Al día siguiente, Serenity estuvo totalmente ocupada en las despensas del refugio; los alimentos siempre habían sido escasos, pero últimamente la situación había empeorado; Seiya permaneció a su lado en todo momento, dejando a Hyoga únicamente con Venus y Virgo de compañía.

Incapaz de idear un plan sin la presencia de su Reina, Minako decidió entretener al invitado. Charlaron en la salita toda la mañana, a Hyoga verdaderamente le agradaba aquella mujer, su personalidad vivaracha y sonrisa radiante eran reconfortantes para el Caballero de Bronce; las diferencias entre la Princesa Protectora de Venus y la Sailor Venus de su mundo eran casi nulas.

Sin embargo, la inclinación que el Cisne sentía por la chica podía no sólo deberse a la afabilidad que mostraba; a la rubia se le notaban las claras intenciones de querer ver al ruso triunfar en su misión sentimental. Para ella, la existencia de dos Hyogas era la solución a todas las plegarias que había hecho en antaño; con dos rubios guapos, ni su amiga ni su Guardián tendrían que disputarse el amor de este, y ambos serían felices. Por lo mismo, Venus pensaba que el comportamiento huraño de Virgo era estúpido, por no decir grosero, ¿cómo era que el peliverde no podía ver las ventajas que traía consigo el nuevo invitado?

Era tan sencillo como perfecto, Hyoga de Acuario para Mercury y Hyoga de Cisne para Shun.

No obstante, ni las indirectas —no tan sutiles— de Venus, ni los acercamientos —tampoco muy discretos— del rubio lograron el efecto deseado en Shun. Virgo sólo deseaba desaparecer.




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Un nuevo día y finalmente se habían sentado a idear un plan concreto, la jornada avanzaba perfectamente cuando una alarma sonó, llamando la atención de los presentes.

-Hay alguien en el perímetro.- declaró Seiya, levantándose para ir al escritorio, donde parecía estar la fuente de la alarma.

Hyoga frunció el ceño.

-El radar detecta cualquier presencia que esté en el área.- explicó Shun, cuando notó que el rubio no entendía lo que estaba sucediendo. Hyoga sonrió, era la primera vez en el día que Shun le hablaba amablemente, y lo mejor de todo, lo había hecho por cuenta propia. -El perímetro de alcance es de 50 kilómetros, así pudimos localizarte cuando llegaste.

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