Barrera

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Con la propuesta sobre la mesa, la comitiva permaneció discutiendo las posibilidades que tenían para hacer el plan funcionar.

En medio de la plática, tocaron a la rústica puerta de la improvisada oficina.

Tanto la soberana como sus súbditos se levantaron de sus asientos inmediatamente. Seiya se posicionó frente a la Reina, mientras Shun hizo lo mismo frente a su Princesa.

Hyoga los miró y luego a la puerta, desconcertado y nervioso.

-Por eso necesitamos una clave...- susurró Minako al oído de su Guardián, este esbozó una sonrisa a pesar de la situación.

Seiya se acercó cuidadosamente hacia la puerta, le hizo señas a Shun para que se preparara para atacar.

Sagitario abrió la madera lentamente.

Y suspiró aliviado.

-¿Qué necesita?- preguntó el moreno, abriendo la puerta de par en par y dirigiéndose hacia uno de los sillones. Un hombre con uniforme estaba parado en la entrada.

-Lo siento, Majestad, requerimos de su asistencia en la sala de provisiones.- explicó el hombre, reverenciando a la rubia.

-Por supuesto.- respondió Serenity, levantándose de su asiento y arreglando su vestido. Luego se dirigió a Hyoga. -Dejaremos esto para después.

El Cisne asintió.

-¿Tienes hambre?- inquirió la soberana.

Hyoga negó amablemente.

-Me temo que si no comes ahora deberás esperar hasta la cena.

-Descuide. Aguantaré.- contestó el rubio con su usual sonrisa coqueta. Shun volteó los ojos.

-De acuerdo.- la rubia comenzó a caminar a la salida. -¡Oh! Casi lo olvido.- la reina se detuvo y volteó de nuevo en dirección a Cygnus. -¡Hay que mostrarte el lugar!

Venus intervino, gustosa. -¡Desde luego, Majestad! Shun puede hacerlo.

El peliverde puso los ojos como platos y miró a su Princesa en total admiración. ¿Cómo se le ocurría? Se las pagaría por esto.

-Muy bien, cualquier duda que tengas házsela saber a Shun.- la monarca sonrió, llamó a su Guardián y ambos salieron por la puerta.

Dejándolos solos.




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Minako sonreía pícara. Y después de dedicarle un sutil "No hay de qué" a su Guardián con los ojos, clavó su vista en la reacción del invitado. Este estaba bastante contento, se le notaba en su mirada... y en el ligero rubor que cubría sus mejillas.

Shun suspiró nervioso, miró enojado a su amiga y luego fingió una sonrisa —bastante mal— al encontrar la mirada del rubio sobre él.

-Disculpa un momento.- bufó, en seguida caminó decidido al cuartito interno de la oficina, azotando la puerta detrás de sí.

La Princesa Regente de Venus ensanchó sus labios aún más.

-Sólo será un segundo, no tardará.- le sonrió amablemente al Cisne y fue tras su Guardián.

Aquel cuartito era más austero que el anterior. Oscuro y polvoso.

El lugar estaba repleto de archivos y papeles de toda clase; la iluminación era terrible, una lamparita de aceite que apenas y alumbraba la habitación con su tenue llama anaranjada.

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