El despertador sonó con un sonido tan estruendoso que asemjeaba el grito de una banshee. Un brazo perezoso lo golpeó repetidamente hasta que el aparato finalmente se calló.
-Shun... ya es hora... levántate...
No obtuvo respuesta, sólo un quejido somnoliento.
-Shunny... ya amaneció...
-Mmmmmm... no es cierto...
-¡Ya párate!
Hyoga amaba a su esposo con todo el corazón, pero levantarlo en las mañanas era un verdadero dolor de cabeza. ¿Quién podía culparlo? Dormir era una de las grandes pasiones de Shun.
Cuando el rubio por fin consiguió levantar a su marido, prosiguieron con la rutina matutina de siempre:
Levantarse y tender las camas, luego parar a sus pequeños retoños: Alexei, de once años; Katya, de cinco y Yuzuru, de apenas tres añitos; cada uno más pequeño y travieso que el anterior. Después, Shun hacía el desayuno, y cuando todos estaban guapos y aseados se dirigían al auto para llevar a los pequeños a la escuela. Posteriormente, Hyoga compraba un par de cafés en la cafetería de su preferencia y ambos se encaminaban a la oficina.
La agencia de Seguridad Aprobada para Neutralizar Cataclismos de Tipo Universal y Amenazas Resistentes o Yōkai, o mejor conocida por sus siglas como SANCTUARY; era el lugar de trabajo de ambos esposos.
Aquella agencia de seguridad internacional se encargaba de impedir alguna catástrofe, ya fuera mundial o local, ocasionada por algún ente sobrenatural, o cualquier desastre para el que las Fuerzas Armadas de cada país no estuvieran preparadas.
La Directora de aquella organización era Saori Kido, y sus agentes estaban divididos en varias categorías:
Hasta arriba de la jerarquía, estaba la élite de la organización, los Caballeros Dorados, encargados de las amenazas de nivel universal y galáctico, o como última línea de defensa contra un ser sumamente poderoso. Les seguían las Outer Sailor Guardians, encargadas de peligros de clasificación mundial. Inmediatamente debajo se encontraban los Caballeros de Plata, responsables de acabar con enemigos de clase continental. Por último, pero no menos importantes, se encontraban las Inner Sailor Guardians junto con los Caballeros de Bronce, quienes se encargaban de amenazas de nivel nacional o local. Aunque era el nivel más bajo de la agencia, estos agentes eran los que más ocupados estaban.
Hyoga de Cisne y Shun de Andrómeda se encontraban en esa última categoría. Los esposos llevaban casados doce largos y felices años, se habían conocido en la universidad, o lo que equivalía a la universidad en un trabajo de ese tipo. Aquella educación superior se limitaba a completar exitosamente el curso de Preparación Académica para Lucha, Armas, Estrategias Sistemáticas y Tecnología para Reclutas y Aspirantes, PALAESTRA por sus siglas; que además de ser un nombre bastante rimbombante y pegajoso, coinicidía con el nombre griego dado tradicionalmente a las escuelas donde se entrenaban luchadores y otros deportistas, esencialmente lo que se les enseñaba a los futuros agentes en aquel curso.
En los cuatro años que duró su formación, aquellos chicos se conocieron, enamoraron y forjaron un lazo envidiable para cualquiera que los viera. Casi se podía decir que estaban hechos el uno para el otro, conectados por el hilo rojo del destino, medias naranjas, etc. Todas esas cursilerías tomaban relevancia cuando, al inspeccionar los motivos de ambos para inmiscuirse en aquel honroso, pero peligroso, trabajo, las respuestas del par no tenían nada en común:
Hyoga, quien era de nacionalidad rusa, había decidido enlistarse en PALAESTRA en un enorme deseo de hacer algo importante con su vida. No había vivido injusticias o presenciado actos de crueldad o peligro inminente que lo llevaran a tomar semejante decisión; sólo una vida llena de comodidades y vacía de cosas importantes. Tuvo padres ricos, pero ausentes; una educación cara, pero aburrida y superficial; tanto como necesitó lo obtuvo casi al instante, a excepción de una cosa: algo que le diera sentido a su vida, algo que hiciera que su estancia en la Tierra valiera la pena. Y así, sin ninguna necesidad de vivir de esa manera, se inscribió en el mencionado curso; ahí no sólo encontró su vocación, también al amor de su vida, otro motivo más que suficiente para que su paso por el planeta tuviera sentido.
ESTÁS LEYENDO
Eternity
FanfictionPiénsalo de este modo... ¿por qué lo enviaron a él y no a cualquiera de las miles de millones de personas que existen? Tal vez porque están destinados a estar juntos... A como dé lugar. ✿*・゜゚・*:.。..。.:*・✿・*:.。. .。.:*・゜゚・*✿ ★ Saint S...