Eternamente tuyo

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En la pequeña oficina de SANCTUARY, donde se llevaban a cabo las lecturas y monitoreo del espacio-tiempo, Setsuna Meiou observaba perezosamente la computadora frente a ella.

Los días habían vuelto poco a poco a la normalidad y monotonía previa a la llegada de Inna —tan normal y monótono como podían llegar a ser en un trabajo como ese—. En un principio, ni ella ni Saga se despegaban de la pantalla, esperando que las lecturas indicaran el regreso de Cygnus; sin embargo, conforme los días se transformaban en semanas, tanto Géminis como Pluto aguardaban cada vez menos el retorno del rubio. Seguían al pendiente de cualquier fluctuación, claro está, pero aquello quedaba hasta abajo de una larga lista de tareas y trabajos más recientes que debían de cumplirse cuanto antes. La vida continuaba, y el regreso de Hyoga permanecía como una misión sin concluir.

Inna se había quedado con Ami, a pesar de las insistencias de la enfermera de que se quedara con alguien más, la presencia de la peliazul —quien era la viva imagen de su fallecida madre— podía no ser lo más saludable para la niña. No obstante, Sailor Mercury parecía incapaz de dejar a la pequeña con otra persona, no estaba segura de qué o por qué, pero algo en su interior no le permitía ser indiferente hacia Inna y lo que sucediera con ella.

De vuelta en la Oficina de Asuntos Temporales, Sailor Pluto jugueteaba con un bolígrafo, golpeando rítmicamente el escritorio con él.

-No había de dieta.- declaró con apatía una voz detrás de ella.

Saga de Géminis había ingresado en la habitación con un par de latas de refresco y una bolsa de frituras. Dejó la soda de Pluto frente a ella y continuó su camino hacia su escritorio. Tecleó un par de cosas en su ordenador y abrió la bolsa de papas para luego introducir un par —o más— en su boca.

Casi inmediatamente, la computadora de Setsuna mostró una lectura en la pantalla. Incapaz de hablar por el repentino suceso, Pluto emitió un sonido ahogado y gracioso.

-¡Vamos! No es para tanto, ¡son sólo unas cuantas calorías más! No engordarás por tomarte eso.- agregó Saga despreocupado, sin quitar la mirada de su computadora.

-¡No eso, bobo!- gritó Setsuna. -¡Esto! Hay movimientos en el espacio-tiempo.

Saga explayó losnojos y casi cayó de su silla al intentar levantarse. -¿Cuántos Niveles?- preguntó, colocándose junto a su compañera para observar mejor.

-Tres.




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Setsuna y Saga se dividieron. La primera correría a la bodega de archivos dónde habían despedido a Hyoga, y el segundo iría a buscar a Andrómeda cuanto antes. Seguro que le encantaría saber que su esposo había vuelto.

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