Succubus.|Edward Cullen [𝟏𝟖+] [SBN #1]

19-.

Contenido explícito (+16)

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COCINA
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          —AH, VAMOS EDWARD, NO SEAS TAN TERCO, estoy empezando a marearme.—me quejo pero él no hace nada más que soltar un suspiro de cansancio.

—Sasha, Camille no debe tardar en llegar, no podemos hacer eso, y menos aquí en tu casa, ¿qué pasa si tu padre llega?—me pregunta y chasqueo mi lengua.

—Bueno... supongo que tendré que buscar a otra persona para alimentarme...—me levanto del sofá pero Edward rápidamente me toma del brazo y me sienta sobre sus piernas.

—Ni siquiera se te ocurra.—susurra en mi espalda.

—¿Acaso quieres que muera? Desde la graduación no he tenido sexo, tal vez lo has olvidado porque soy muy paciente contigo pero yo de verdad lo necesito.—me giro para quedar frente a frente, con mis piernas a cada lado de las suyas.—Además, tengo curiosidad por esa tal familiar perdida, yo también la quiero conocer, no es ninguna excusa para retenerte aquí.—me enojo.—¿Qué no ves mis ojos? Ya empiezan a verse diabólicos y mi piel ya es anormalmente pálida, no puedo darle esa primera impresión a Camille.—no estaba mintiendo, si seguía así, probablemente tendría que salir con gafas oscuras y gorra, en Forks.

—Aún así te ves preciosa.—besa mi mejilla con una sonrisa y lo golpeo.

—Siempre me veo preciosa pero esto no se trata eso, te necesito.—lo miro directamente a los ojos, algo cansada.

—Dilo otra vez.—me pide y lo miro confundida.—Di que me necesitas, Sasha.—esconde su cara en mi cuello.—Que solo yo te puedo tocar así.

El vampiro cuela su mano por debajo de mi falda, acariciando mis muslos al mismo tiempo que su otra mano acaricia mis pechos por encima de la ropa.

—Te necesito, Edward.—digo desesperada mientras tomo su cara entre mis manos y pego mis labios contra los suyos.

Siento cómo sonríe en medio del beso y aquello enciende un atisbo de lujuria en mi.

—Solo tú puedes tocarme así, ¿de acuerdo? Ahora, subamos a mi habitación.—me separo de él pero no se mueve.—¿Edward?

—Ah, no, te daré lo que quieres pero no será en tu habitación, vamos a hacerlo aquí, justo ahora.—dice mientras se levanta y me empuja suavemente al sofá en el que estábamos sentados.

Inevitablemente se me escapa un jadeo sorprendido.

—Oye, Edward, ¿qué te-

El chico me interrumpe, colocándose sobre mi, cargando su peso con sus brazos, uno a cada lado de mi cuerpo sobre el sofá.

—Déjame aplicar lo que he aprendido, por favor.—susurra cerca de mis labios, algo avergonzado.

Una risa se escapa de mi garganta, lo cuál hace que el cobrizo me mire de mala manera.